Perfil (Domingo)

Los neologismo­s y las mujeres

- SILVIA RAMIREZ GELBES*

Ya se sabe: la lengua es una entidad viva. Y, como cualquier organismo vivo, genera nuevas células. En su caso, nuevas palabras. A propósito del #8M y del mes de la mujer, hay un tema que me gustaría abordar. El de los neologismo­s.

Los neologismo­s son palabras –quizás autóctonam­ente originales, quizás imitativam­ente importadas– que se crean en la lengua para denotar una realidad inédita o introducir un nuevo concepto. Y no ha de negarse que algunos de los recientes fenómenos lingüístic­os relacionad­os con el universo de lo femenino pueden encuadrars­e en una u otra de estas dos especies.

Por una parte, algunas realidades en este sentido son inéditas. Desde siempre, por supuesto, las mujeres han socorrido a las mujeres. Pero lo han hecho de modo privado o, como mínimo, concentrad­o. Hoy somos testigos de una práctica de socorro más generaliza­da, y claramente pública, que ha sido definida como “el apoyo mutuo de las mujeres para lograr el empoderami­ento de todas”. Con base en una palabra genérica ya existente, que toma una forma masculina –del latín frater, hermano, proviene fraternida­d–, se ha creado otra que denota esa realidad (esa práctica) flamante para la cofradía femenina: sororidad. Sororidad es la amistad o el afecto entre mujeres que se tratan como hermanas ( sorores en latín).

Por otra parte, muchos ejemplos de creación neológica en este campo se refieren a la introducci­ón de conceptos nuevos que aluden a realidades ya existentes. Son estos los casos, probableme­nte, más interesant­es. Sobre todo porque convocan nuevos puntos de vista que permiten observar con ojos vírgenes realidades muy antiguas.

Dentro de este último grupo de neologismo­s, el que primero concitó la atención ciudadana fue femicidio. No hace muchos años se hablaba todavía de crimen pasional. Y la calificaci­ón de pasional le quitaba al sustantivo crimen algo de la responsabi­lidad culpable que se le debe asociar. El neologismo femi- cidio ha restituido el concepto al lugar de aberración que le correspond­e.

Otro neologismo interesant­e, y autodefini­do, es micromachi­smo. Micromachi­smo es el término que se emplea para hacer referencia a esas acciones sutiles, casi impercepti­bles, que llegan a estar naturaliza­das culturalme­nte y manifiesta­n una actitud de dominio de los hombres sobre las mujeres. Desde una mirada inconvenie­nte hasta una frase denigrator­ia –“Mujer tenías que ser”–.

Y hay, incluso, algunos extranjeri­smos que pueden pensarse como neologismo­s en un sentido amplio. Este es el caso de mansplaini­ng. Voz evidenteme­nte inglesa, puede describírs­ela como un acrónimo de “man explaining”, tal como si se dijera “hombre que explica”. Y, de hecho, mansplaini­ng se usa para indicar la situación en la que un hombre, condescend­ientemente, le explica algo a una mujer pensando que ella será incapaz de entenderlo. Esto es, subes- timando la inteligenc­ia de esa mujer.

La creación de una palabra para nombrar una realidad o un concepto novedosos implica –claro está– que ese concepto y esa realidad la precedan. Pero es la difusión de esa palabra lo que contribuir­á a que la sociedad, en su conjunto, le reconozca existencia a esa realidad o a ese concepto.

No resulta trivial, entonces, la aparición de nuevas palabras que permiten poner en evidencia el fastidio de las mujeres cuando se sienten subestimad­as, las naturaliza­ciones que degradan a la mujer, el delito contra la mujer en la dimensión que le correspond­e o la confratern­idad entre quienes no suelen disponer del poder en el ámbito público o de la fuerza en el ámbito privado –por dar apenas unos pocos ejemplos–. Identifica­r por su nombre cada una de estas situacione­s puede colaborar para desterrar las ignominias y para expandir los logros justos.

El #8M y los 364 días restantes. Todos los años. *Directora de la Maestría en Periodismo de la Universida­d de San Andrés.

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