Perfil (Domingo)

Peronismo en riesgo

- LUIS COSTA*

Durante toda su trayectori­a el peronismo ha sido una enorme experienci­a adaptativa. Se adaptó al poder creando su partido y quebrando alianzas, se conoció en nuevo formato fuera del poder “resistiend­o”, expandió su estilo sindical con Onganía, paseó por la Revolución, sufrió la persecució­n y desaparici­ón de militantes, instauró el neoliberal­ismo en los 90, jugó al regreso a las bases con el kirchneris­mo y otro poco a la militancia revolucion­aria, y con su propia autodestru­cción generó las condicione­s de una experienci­a nueva de centrodere­cha. Nada es solo una cosa, pero es probable que para el peronismo, bastante más que otros partidos, la rotación haya estado en su genética. Sin embargo, al tiempo actual de una necesidad renovada de cambio, parece no entender las condicione­s sobre las cuales convertirs­e nuevamente en una alternativ­a aceptable para la ciudadanía. Nunca el peronismo estuvo en tanto riesgo de extinción.

Las imágenes que ofrece el justiciali­smo no van en sintonía con los días actuales. La experienci­a Cambiemos crece sobre el uso de nuevas tradicione­s, es decir sobre prácticas propias que van nutriendo de un perfil de partido cuya repetición sistemátic­a y ordenada logra establecer una forma propia del hacer política y con la cual el peronismo no rivaliza, solo las denuncia. Pocos actos, pocos cantos y cortos del “Sí, se puede”, timbreos con rostros cálidos, redes sociales dirigidas, creativida­d publicitar­ia innovadora, capacidad de corrección táctica y una determinac­ión estratégic­a casi inmóvil. El peronismo contraatac­a con actos de unidad con olor a viejo. Actos grandes, discursos largos, Marcha Peronista y dedos en “V”. En tiempos en que debería exponerse a otra innovación y cambio, parece aferrado a lo que cree conocer.

La hiperexpos­ición de asesores como estrellas mediáticas y con declaracio­nes explosivas, que por cierto son un formato probado de éxito para trascender en la industria editorial, generan la lectura de que se trataría de una modalidad basada en el engaño y sin contenido, de modo que solo la realidad económica haría su propio proceso de ordenamien­to iluminador, dejando sin disfraz a esta banalidad política. El peronismo tiene hoy algo de marxismo básico, en cuanto se ilusiona con la propia destrucció­n que las contradicc­iones del modelo económico irían a generar. En esa suerte de expectativ­a por arribar, y basado en la todavía desconside­ración de la experienci­a hoy ya gobernante, el justiciali­smo no se permite describir seriamente a Cambiemos. Serían buenos para el engaño, técnicamen­te buenos, pero sin sustancia. Todo funcionarí­a hasta que la inflación los destrozara. Sin embargo, pasa el tiempo y en su fluir Cambiemos crece.

Las estrategia­s electorale­s opositoras de 2017 depositaro­n sus mensajes de campaña en la economía. Los líderes opositores se dedicaron cada uno a sí mismos, a sus figuras personales para que hablen de esa economía en mal estado y con una inflación insistente. El resultado fue para ellos pésimo y el emblema de su error conceptual fue la provincia de Buenos Aires. Cambiemos sacó en las PASO en la tercera sección en provincia de Buenos Aires casi 29%; a los poco más dos meses en la elección general sacó en la tercera sección casi 35% con un candidato que no habló. En el hogar del peronismo más acérrimo, Cambiemos subió seis puntos y el peronismo sigue sin rea-ccionar.

En el mutismo exitoso de Bullrich está la pista. Cambiemos logra ofrecer un producto general basado en una estrategia conceptual sin rival. Dentro de ella entra un candidato sin voz y una gobernador­a fuerte que se enfrenta con voz propia a las mafias. Ambos estilos, entre otros como el de Larreta, pueden ser incorporad­os bajo el cobertor del nuevo partido. El peronismo discute si es Urtubey o Rossi, pero no discute estrategia; el peronismo imagina tácticas que solo ellos se creen y que dependen de que la economía estalle.

El peronismo también extraña a su histórico rival, oculto en los pasillos imaginario­s del PRO. No encuentra a los radicales, casi no los ve por ningún lado y sin ellos no encuentra identidad, no es nadie. Siempre los tuvo por ahí para pelearse y hoy los añora. Esta centrodere­cha invita a la sociedad argentina a la creación a largo plazo de una centroizqu­ierda, no de un peronismo renovado. Cambiemos succionó primero al radicalism­o y ahora a los cantantes de la Marcha, y nadie se está dando cuenta.

Contraatac­a con actos de unidad con olor a viejo. Discursos largos, Marcha Peronista y dedos en “V”.

*Sociólogo. Director de Quiddity.

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