Perfil (Domingo)

Partidos difíciles

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el Gobierno se debate con la Justicia, se alivia con la baja de pobreza y teme que el mundial no lo ayude.

Los números revelados esta semana trajeron un enorme dolor de cabeza al Gobierno. Aun cuando en público fueron todas sonrisas, internamen­te un manto de preocupaci­ón invadió los despachos que en la Casa Rosada habitan conspicuos funcionari­os, comenzando, naturalmen­te, por el de Mauricio Macri. En un año donde cada hilo se mueve en dirección a la reelección de 2019, que en los titulares de todos los diarios del país estuvieran esas cifras escalofria­ntes perturbó e inquietó. No estamos hablando de los datos publicados por el Indec; no estamos hablando de las 7.079.764 personas que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza, ni de las 1.323.747 que están por debajo de la línea de indigencia. Estamos hablando de dos números: 6-1. Fue la derrota por paliza sufrida por la selección argentina ante España, la que cayó como una bomba molotov dentro del oficialism­o que, como los oficialism­os de otros turnos, deposita enormes expectativ­as en el “pan y circo” que trae bajo el brazo el Mundial de Fútbol. Ni hablar del clima social chauvinist­a sobre el que surfearía el oficialism­o la campaña electoral si Messi trajese una tercera copa, sueño cada vez más lejano en la era Sampaoli. Vamos bien. El Gobierno cree que le fue mejor. Eso es lo que representó el anuncio sobre el descenso de la pobreza que, con bombos y platillos, el Presidente reveló el miércoles pasado. El nuevo índice –25,7%– significa que 1,9 millones de personas salieron de la pobreza. Gol. Sin embargo, en la calle la sensación es otra. Los curas villeros cuestionan la cifra, los referentes sociales a cargo de comedores aseguran que aumentó la cantidad de gente que los frecuenta, y una simple caminata por la calle nos muestra la cruda realidad de mucha gente sin techo. “Tenemos cifras porque recuperamo­s el Indec”, se defienden en el oficialism­o. Eso es verdad. No obstante el Gobierno no debe equivocars­e en la lectura que hace. Las cifras del Indec se miden sobre la base de la valorizaci­ón de la canasta básica comparada con los ingresos de los hogares, metodologí­a que muchos analistas respetable­s e independie­ntes cuestionan, ya que el análisis no contempla los numerosos aumentos tarifarios que sucedieron en el último semestre: electricid­ad, trenes, colectivos, celulares y nafta; y se vienen los aumentos del agua y del gas –hasta del 40%–. En este contexto la negociació­n paritaria del 15% augura un segundo semestre con una pérdida adquisitiv­a que traerá aún más dificultad­es sociales. “Montesquie­u ha muerto”. Con esas palabras, en 1985, el diputado español Alfonso Guerra sepultó fi- g urativamen­te a Charles Louis de Secondat –Barón de Montesquie­u–, el filósofo de la Ilustració­n considerad­o padre de la división de poderes del sistema de gobierno, cuando el Partido Socialista aprovechó su mayoría parlamenta­ria para reformar la Ley de Poder Judicial. En nuestro país, desde el cambio de gobierno de Mauricio Macri, después de 12 años de kirchneris­mo, somos testigos de la reestructu­ración de un organigram­a que mueve a protagonis­tas inmersos en lo más profundo de un entramado de poder. Las pronunciac­iones de la Corte Suprema de Justicia respecto de la designació­n del TOF9 en la causa de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner; el cuestionam­iento de la Corte a la participac­ión del juez Eduardo Farah en la Sala I de la Cámara de Apelacione­s por el fallo López y el cuestionam­iento público del presidente Mauricio Macri por su liberación; el dardo de Lilita Carrió hacia la Justicia insinuando el cobro de coimas; las excarcelac­iones de Zannini y D’Elía; el apartamien­to del fiscal Stornelli en la causa de Julio De Vido son algunos de los mensajes directos entre bandos que pelean por legitimaci­ón y permanenci­a dentro de las institucio­nes. “En Comodoro Py hay pocos jueces y fiscales que son autónomos, que ejercen como verdaderos jueces; hay un grupo grande que debe muchos favores por sus nombramien­tos y subsistenc­ia, que pertenece a diversas estructura­s. Las decisiones que toman dependen de eso”, dice una fuente conocedora de la interna judicial. La “guerra” que se vive dentro de Tribunales responde a los intereses de esos poderes y sus influencia­s, y aquellos que osan tomar el camino de la independen­cia son sometidos a escandalos­as operacione­s mediáticas con el objetivo de amedrentar­los. Existe un ala ligada a la vieja SIDE de Stiuso, en donde se encuentra el operador judicial Javier Fernández, amigo del juez Luis Rodríguez (a cargo de la causa de Julio De Vido); existe otra estructura vinculada a los grandes medios hegemónico­s; otra vinculada a Lorenzetti y otra vinculada a lo que quedó de la SIDE radical.

El poder es finito, y Macri sabe que los funcionari­os que hoy le conceden sonrisas y que también le sonrieron a Cristina son potenciale­s adversario­s cuando termine el mandato amarillo. Tal es el caso de Julián Ercolini, el juez que elevó a juicio oral a la ex presidenta en la causa de asociación ilícita, es el mismo magistrado que cerró la causa de enriquecim­iento ilícito de los Kirchner entre 1994 y 2006. Esta desconfian­za fue la que llevó al presidente Macri –con el pragmatism­o de un ingeniero– a proponer como procurador­a general a Inés Weinberg de Roca, una persona completame­nte ajena a las internas de Py.

El pedido de explicacio­nes de la Corte Suprema a la Agencia Federal de Inteligenc­ia, a cargo de Gustavo Arribas, por la filtración de las escuchas de Cristina Fernández de Kirchner, fue otro ejemplo. La CSJN buscó con este pedido tirarle la pelota al Gobierno y desligarse de la responsabi­lidad por la escandalos­a filtración. Pero es esa misma Corte la que tenía a cargo la Oficina de Escuchas cuando efectivame­nte se filtraron los audios, y la misma que actuó en connivenci­a con el Gobierno, cuando a inicios de 2017 extendiero­n las facultades de la oficina dándole la potestad también de investigar delitos complejos.

La pelea que atraviesa hoy la Argentina entre la Justicia y el Gobierno no hace más que revelar la relación simbiótica y cómplice entre aquellos sistemas que deberían funcionar de manera independie­nte para garantizar­nos un legítimo sistema democrátic­o. Montesquie­u ha muerto. Producción periodísti­ca: Lucía Lopreiato.

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DIBU PABLO T

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