Perfil (Domingo)

Malala volvió a su tierra natal, a cinco años del atentado de los talibanes

- AGENCIAS

Más de cincuenta diplomátic­os y empleados de las representa­ciones del Reino Unido en Rusia tendrán que abandonar el país, informó ayer Moscú, tensando aún más el conflicto diplomátic­o con Occidente. “Rusia ha propuesto paridad y los británicos tienen cincuenta personas de más”, explicó ayer la vocera del Ministerio de Exteriores r uso, María Zajárova, a la agencia Interfax, al señalar que el personal diplomátic­o destacado en las misiones rusas en el Reino Unido es inferior al británico en Rusia. El gobierno británico había expulsado la semana pasada a 23 diplomátic­os rusos en represalia por el envenenami­ento de Skripal y su hija Yulia con una sustancia neurotóxic­a en el sur de Inglaterra, ataque por el que Londres responsabi­liza a Rusia. Moscú, en tanto, procedió a expulsar el mismo número de funcionari­os británicos y ayer pidió a Londres que redujera en el plazo de un mes su personal diplomátic­o al mismo nivel que el que tiene Rusia en el Reino Unido.

En tanto, cincuenta diplomátic­os rusos abandonaro­n ayer los Estados Unidos, tras ser expulsados por el gobierno de Donald Trump. Con una sonrisa, Malala Yousafzai volvió ayer al valle del Swat, en Pakistán, su lugar en el mundo y el lugar donde casi deja el mundo. “Me fui del Swat con los ojos cerrados y ahora vuelvo con ellos abiertos”, declaró la Premio Nobel de la Paz en una visita cargada de emoción, cinco años después del atentado que casi le cuesta la vida y la convirtió en un ícono mundial.

“Me siento muy feliz. Mi sueño se ha cumplido”, afirmó durante una visita al colegio para niños Guli Bagh, a unos 15 kilómetros de Mingora, principal ciudad del valle.

“La paz volvió al Swat gracias a los inmensos sacrificio­s de mis hermanos y hermanas”, añadió durante esta visita relámpago, de poco más de dos horas. La joven, de 20 años, acompañada de sus padres y de sus dos hermanos, llegó en helicópter­o militar procedente de Islamabad. Fue acogida por amigos y conocidos.

El jueves llegó a Islamabad para una visita de cuatro días bajo fuertes medidas de seguridad y fue recibida por el primer ministro Shahid Khaqan Abbasi. No había pisado suelo paquistaní desde 2012.

Mingora es la ciudad donde Malala vivía hasta que, el 9 de octubre de 2012, unos yihadistas del TTP (talibanes paquistaní­es) irrumpiero­n en el colectivo escolar que la llevaba de vuelta a casa después de las clases. Uno de ellos preguntó: “¿Quién es Malala?” antes de dispararle una bala en la cabeza.

Las autoridade­s paquistaní­es, acusadas de no combatir con ahínco las raíces del extremismo, suelen poner al Swat como ejemplo de éxito en su lucha contra los talibanes y los grupos afines a Al Qaeda. La región fue declarada suficiente­mente segura para promociona­rla turísticam­ente. Odio. En 2007, los talibanes paquistaní­es tomaron el control del valle del Swat, en las estribacio­nes del Himalaya, y multiplica­ron la violencia, las decapitaci­ones y los ataques a los colegios para niñas. Con solo 11 años, Malala tenía un blog en la página web de la BBC en urdú, la lengua nacional de Pakistán, en el que escribía con el seudónimo de Gul Makai y describía el pánico reinante en este valle bajo el yugo de los extremista­s.

Los talibanes, expulsados del valle por el ejército en 2009, la acusaron de vehicular “la propaganda occidental” y decidieron matarla.

La adolescent­e resultó gravemente herida y fue atendida en un hospital militar local antes de ser evacuada a Birmingham, en el Reino Unido, donde se recuperó de sus heridas. Actualment­e estudia Economía, Filosofía y Ciencias Políticas en la Universida­d de Oxford.

Por su militancia contra el extremismo y el derecho de las mujeres a la educación, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2014, junto al indio Kailash Satyarthi. Occidente la alaba pero en su país es un personaje polémico y algunos la consideran “un agente del extranjero”.

en pakistán, sus críticos la consideran un “agente del extranjero”

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