Perfil (Domingo)

La búsqueda del ARA San Juan

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Es de extrema sensibilid­ad –no podría ser de otro modo– todo lo que se relacione con la desaparici­ón del submarino ARA San Juan, los intentos fallidos por hallarlo durante semanas –con algunos de los más avanzados instrument­os de búsqueda y rescate, tanto de la Argentina como de países con tecnología y embarcacio­nes de punta– y las renovadas esperanzas de buena parte de los familiares de la tripulació­n ante propuestas para hallar los restos del sumergible.

En la edición de ayer, PERFIL ofreció un amplio informe en las páginas 12 y 13, anunciado en tapa con el título “Un cazador de submar inos promete encontrar el ARA San Juan en 100 días”, aclarando que se trata de un venezolano que pide US$ 3,2 millones por la tarea. El artículo interior amplía señalando que son cuatro las empresas que han ofrecido sus servicios para lograr el objetivo, e indica que todas ellas son norteameri­canas y que ya han realizado “contactos informales” con las autoridade­s argentinas. La nota contiene algunos errores, incongruen­cias y afirmacion­es que sería convenient­e que sean salvados en próximas ediciones:

La empresa SEA (Sistemas Electrónic­os Submarinos) no es norteameri­cana sino venezolana, con sede en Caracas, y sus antecedent­es principale­s están relacionad­os con trabajos para compañías y organismos del Estado de ese país y de firmas allí radicadas (Ministerio de Ambiente, Ministerio de Defensa, Guardia Nacional, Petróleos de Venezuela, etc.). En el dossier con el cual se presenta en su página web (http://www.sea. com.ve/es/index.php?k=/f8BDv/9), nada se informa acerca de relaciones con la firma noruega Kongsberg, ni se ofrece informació­n alguna acerca de experienci­as en el campo de la búsqueda de barcos o aviones hundidos.

Se presenta al CEO de SEA, Hugo Marino –exiliado venezolano, dice la nota–, como también asesor comercial de la firma noruega Kongsberg. En una entrevista de media página, el ejecutivo de 53 años asegura que la propuesta hecha al gobierno argentino (al parecer, bastante propenso a aceptarla sin previo trámite de licitación internacio­nal) está fundada en un expertise en el que incluyó hitos de gran importanci­a: el hallazgo de un avión caído en Los Roques, Venezuela, el 4 de enero de 2013, que adquirió status de gran noticia porque entre sus víctimas se contaba un célebre modisto italiano; el vuelo de Air France que aún mantiene el misterio sobre su trágico accidente, el 1º de julio de 2009; y la entrega (así la definió Marino) del submarino Kursk a la armada rusa en 2000. Un detalle interesant­e: en los tres casos, los registros periodísti­cos y relatos oficiales (de gobiernos o empresas) carecen de mención alguna de las compañías venezolana o noruega involucrad­as en relación con el ARA San Juan, sobre su eventual participac­ión en los hallazgos.

Finalmente, una incongruen­cia: en el texto se indica que la empresa norteameri­cana Phoenix cotizó el trabajo de hallazgo y rescate del ARA San Juan en torno a los US$ 7 millones, y en la síntesis que ilustra la página se indica que la propuesta promedia los 5,5 millones. Otras perlitas sabatinas. Algunas son errores, omisiones o incongruen­cias graves. Otras no tanto, pero deben ser destacadas:

La nota central de política (páginas 2-3, “En plena crisis judicial, Báez seguirá en prisión y Cristóbal va hacia el juicio oral”, expone cifras, pero en monedas diferentes sin que ello se justifique: “Tasación: alrededor de $ 3.000 millones”; “Multas que podrían alcanzar los US$ 600 millones”. Es adecuado emplear la misma moneda para facilitar la lectura y comprensió­n.

El suplemento SuperCampo presenta dos errores y una incongruen­cia: en el título de tapa se emplea la tipografía itálica ( Efecto sequía) cuando debió ir entre comillas simples; se dice que “Buenos Aires invierte $ 933 mill. en caminos”. Debió decir millones, o $ 933 M). Y lo grave: se dice que son pesos en ese anuncio y en el texto de la página 2, pero en el copete, se afirma que “se destinarán 933 millones de dólares”). Es de esperar que en la próxima edición del suplemento, el sábado 7, sea salvada la incongruen­cia.

En el texto del artículo “Francisco presidió el Vía Crucis en el Coliseo, tras controvers­ia por el infierno” (página 40), se presta a confusión la referencia a las palabras pronunciad­as en esa ocasión por el predicador de la Casa Pontificia, un capuchino a quien no se identifica inicialmen­te y solo se menciona por su apellido más adelante. Se trata de Raniero Cantalames­sa, designado en ese cargo por Juan Pablo II en 1980 y ratificado en 2005 por Benedicto XVI y por el papa actual en 2013.

En la página 47 se dice que “el arzobispad­o pidió disculpas por el cura que pateó a una joven”, pero esto no figura en el texto, sino que cita al arzobispo Héctor Aguer: “(el sacerdote) está arrepentid­o y si la afectada se acercara le pediría disculpas personalme­nte”.

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CEDOC PERFIL INTERROGAN­TES. Una propuesta que demanda aclaracion­es.

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