Perfil (Domingo)

Cuántos Lava Jato hay

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Los tiempos judiciales parecen más lentos en la Argentina que en Brasil. Caputo, entre malas preguntas y respuestas que faltan.

Lo que está pasando en Brasil representa una situación histórica que trasciende sus propias fronteras. El pedido de detención del ex presidente Luiz Inácio “Lula” da Silva, que se da en el marco de la famosa “Operación Lava Jato”, es el caso de corrupción más grande de la historia del Brasil y uno de los más impactante­s del mundo, ya que involucra a gigantes empresario­s y funcionari­os de decenas de países. La investigac­ión se inició en el 2009 en los Estados Unidos –por ser empresas que cotizan en Wall Street–, y surgió en relación a pagos de sobornos por parte de varias compañías que son contratist­as del Estado brasileño, principalm­ente en este caso, Petrobras. La petrolera estatal hacía licitacion­es que iban destinadas a las grandes empresas de ingeniería y construcci­ón del Brasil.

El objetivo era estimular la generación de nuevos empleos. Este programa fue motorizado por Lula y quien fue su ministra de Energía, Dilma Rousseff. Para favorecer la contrataci­ón de ciertas empresas, Petrobras pedía un 3% en concepto de coimas, dinero que se repartía entre políticos y empresario­s. En el 2014 se abrió una causa a cargo del juez Sergio Moro en Brasil; en el 2016, la compañía Odebrecht firma un acuerdo de culpabilid­ad con la fiscalía del distrito sur de Nueva York de Estados Unidos, y el escándalo comienza a escalar hasta lo que es hoy: Lula da Silva, el presidente más popular que tuvo Brasil, tras las rejas.

Si bien Lula tiene nueve procesamie­ntos, la causa que lo llevó a prisión presenta evidencias controvert­idas, hecho que crea sospechas de su utilizació­n con intereses políticos con el objetivo de sacar de la cancha un candidato que se fue de la Presidenci­a con un 83% de popularida­d, y que, según todas las encuestas, es el favorito para ganar las elecciones presidenci­ales del 7 de octubre venidero (Michel Temer, actual presidente, tiene alrededor del 2% de aceptación). De todos maneras, la velocidad con la que se resolvió la causa –haya sido con el resultado de Lula culpable o inocente– merece que realicemos una reflexión comparativ­a entre el vecino país y la Argentina.

A partir del 2016 vimos en los medios sistemátic­amente las repercusio­nes de esta investigac­ión. Odebrecht, admitió por aquel entonces, el pago

de

coimas por US$ 35 millones en la Argentina, lo que nos colocó en el sexto lugar entre 12 países acusados de recibir coimas por parte de la compañía. Hoy, dos años después, Lula está preso y en la Argentina las causas apenas avanzaron. A esta altura la Justicia debería explicar por qué no puede replicarse el Lava Jato en la Argentina. Bochornoso. Es el calificati­vo que mejor define lo que pasó en la reunión bicameral ante la que expuso Luis Caputo el miércoles pasado. El ministro de Finanzas debía contestar cosas que lo incomodaba­n y lo que terminó sucediendo fue un conjunto de hechos que acabaron en un escándalo que no hizo más que agregar desprestig­io a la ya desprestig­iada política. Y esto fue no solo causado por lo infantil del papelito y la sobreactua­da y desmedida reacción de la diputada Gabriela Cerruti, sino también por el bajo nivel de las preguntas de muchos legislador­es. Varios de los legislador­es que preguntaro­n deberían, cuanto menos, haber leído los artículos llenos de informació­n que sobre las actividade­s offshore de Caputo escribiero­n Emilia Delfino y Hugo Alconada Mon. Es cuestionab­le también la actitud del senador peronista, titular de la bicameral y miembro de Argentina Federal –bloque aliado del oficialism­o–, José Mayans, que levantó la exposición. Los hechos, además de lamentable­s, sacaron el foco de lo impor

tan- te: hoy dos de cada tres emisiones son para refinancia­r deuda que vence; la deuda neta es de US$ 200 mil millones y un funcionari­o público justificó el uso de offshore como “cajas de seguridad”. Lo del kirchneris­mo fue igualmente lamentable. La interminab­le y confusa exposición seudoprofe­soral de Axel Kicillof fue un salvavidas ideal para el ministro. Kicillof habló como si nada hubiera tenido que ver en la génesis de la bomba de tiempo que el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner le dejó, no al actual gobierno sino al país. Olvidó que en los cuestionad­os contratos por la explotació­n de Vaca Muerta entre YPF y Chevron se usaron sociedades offshore. El levantamie­nto de la sesión que propiciaro­n con su desaforada reacción tanto la diputada Gabriela Cerrutti como el diputado Agustín Rossi, impidió que se hablara del tema de la deuda de la Argentina, uno de los asuntos más delicados que enfrenta el gobierno de Mauricio Macri.

En el oficialism­o, todo el episodio se vivió como un triunfo. “Hemos dejado a la oposición sin argumentos”, fue una de las frases que más se escuchó en el centro del poder. La situación de Caputo, sin embargo, aún no está aclarada. Como bien lo consignó en uno de su artículos Emilia Delfino, alguna de la documentac­ión presentada por el ministro no se condice con la realidad. En su exposición ante la bicameral, dijo que era un tenedor fiduciario de acciones de la empresa Noctua. Esto contradice la documen

tación que aportó la Securities and Exchange Commission (SEC) de los Estados Unidos que señala que, hasta julio de 2015, Caputo era el poseedor del 74% de las acciones de la sociedad Princes Internatio­nal Group, que fue fundada en las Islas Caimán.

Por medio de esta firma, el ministro era el propietari­o de entre el 50% y el 74% de Affinis Partner II, offshore que también tiene sede en ese paraíso fiscal y que es la dueña de Noctua. Ninguno de estos datos figuran en la declaració­n jurada de bienes que presentó ante la Oficina Anticorrup­ción (OA). Esto es considerad­o un delito. En la semana que pasó, la titular de la OA, Laura Alonso, dijo que la investigac­ión acerca de estas conductas grises del ministro no están cerradas. La pregunta es: ¿la averiguaci­ón judicial avanzará con la velocidad con la que en Brasil se hizo el “Lava Jato”, o se lo hará “a la argentina”?

La investigac­ión acerca de estas conductas grises del ministro de Finanzas no están cerradas

Nelson Castro Producción periodísti­ca: Lucía Lopreiato DENUNCIAS

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DIBUJO: PABLO TEMES

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