Perfil (Domingo)

Fin de su carrera política, pero no de su influencia

- D.C.M.

La carrera del ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se terminó ayer, pero su presencia y influencia en la política brasileña, particular­mente en las elecciones de 2018,

no se acabó. Preso, en arresto domiciliar­io o libre para recorrer el país, Lula será siempre un movilizado­r sin igual de los sectores populares y de la clase media de izquierda. De sus próximas decisiones, sin embargo, depende el futuro cercano del Partido de los Trabajador­es (PT). La voluntad de Lula es ser candidato a las elecciones de este año y seguir como líder máximo del PT. Condenado desde julio del año pasado, será improbable que la Justicia Electoral y la Corte Suprema le permitan llevar adelante su plan. Sin embargo, hasta la primera vuelta, el 5 de octubre, él podrá tumultuar el proceso electoral e impedir cualquier previsión sobre su resultado. “El hecho es que su carrera se ha terminado. Pero Lula pretende que su carrera siga y no quiere admitir- lo públicamen­te”, evalúa el politólogo José Augusto Guilhon Albuquerqu­e. En su discurso de ayer, antes de entregarse a la Policía Federal, Lula habló como candidato. En ningún momento se refirió a sus compañeros de partido Fernando Haddad y Jaques Wagner como posibles candidatos. Por primera vez en sus 38 años de historia, prefiere apoyar a otro partido de izquierda antes que a un correligio­nario en las elecciones. Para Guilhon, la salida de Lula de la carrera electoral vaciará de contenido la candidatur­a del diputado federal Jair Bolsonaro, ex militar de la ultraderec­ha que sigue en segundo lugar según las últimas encuestas. La principal pelea en 2018 será entre los candidatos de centro y el que capture los votos de la izquierda en lugar de Lula.

En especial, retomó su retórica de “ellos contra nosotros”, que tanto alimentó la polarizaci­ón política de Brasil en los últimos años. “No sirve de nada que ellos crean que me van a parar. Yo no pararé porque no soy un ser humano. Yo soy una idea”, dijo. “Todos ustedes, desde ahora hacia adelante, van a convertirs­e en Lula y andar por este país.”

La ceremonia ecuménica en memoria de Marisa Letícia, fallecida en febrero del 2017, se ha convertido en un acto político de suma importanci­a para Lula y el PT. Miles de militantes de su partido y de aliados se concentrar­on en torno al Sindicato de los Metalúrgic­os desde el amanecer a la espera del discurso de despedida de su líder.

En él, Lula admitió que sus aliados le habían aconsejado buscar asilo político en Uruguay o Bolivia, pero que se entregaba porque no quería ser visto como prófugo. “No estoy por encima de la Justicia. Si no creyera en ella, yo no hubiera creado un partido político ni propuesto una revolución en este país”, declaró. “Yo no les tengo miedo.”

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CAOS. Después de su discurso, en andas de la gente, y a los empujones, para entregarse a la policía que le había dado un ultimátum.
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EMOCION. Recordó a su mujer, que murió en febrero de 2017, y aseguró que podrá desmentir todas las acusacione­s.

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