Canciones rescatadas
Hay muy pocos artistas que durante toda su carrera hayan grabado para una sola compañía: Roberto Carlos para CBS y Libertad Lamarque para RCA Victor son los únicos que recuerdo. Las grabaciones de Nacha Guevara fueron editadas sucesivamente en discos Olympia, Music Hall, Microfón, Hispavox, RCA y CBS, y para un coleccionista sería muy difícil reunir toda su discografía, especialmente porque muchos de sus discos nunca fueron reeditados. El magnífico espectáculo que Nacha hace los jueves en La Trastienda (acompañada del pianista José Tambutti) ha tenido en cuenta este detalle y recupera algunas de las canciones inhallables que había estrenado en el legendario Instituto Di Tella y que había grabado para el efímero sello Olympia. Mediante proyecciones y un hilo conductor va explicando al público con orgullo, pero sin nostalgia, lo que significó el Di Tella para la difusión de la cultura de los argentinos como espacio de experimentación y como trampolín para artistas como Marilú Marini, Rogelio Polesello, Marta Minujín, Edgardo Giménez, Jorge de la Vega y tantos otros.
En una pantalla se proyectan las tapas de sus dos primeros discos para el sello Olympia, en las que aparece Nacha fotografiada por Oscar Bony, montada en una silla Thonet y sentada en un inodoro, que contienen algunas de las canciones incluidas en el show: Proximidad , La doble cero, Mazúrquica Modérnica y La mucamita, que pertenecen a la etapa inicial de su carrera. Nacha recupera dos canciones humorísticas: Lamento indio, de la obra La hortaliza que representó en el Payró, y El tiempo no tiene nada que ver, que estrenó en el Di Tella en su espectáculo Anastasia querida.
También hay un recuerdo para Mario Benedetti ( Te quiero) y Gian Franco Pagliaro ( Yo te nombro, libertad). El musical norteamericano, incorporado a su repertorio cuando conoció a Harold Prince, que fue quien la presentó en Nueva York, está presente en dos canciones: Aquí estoy, de Stephen Sondheim, de la obra Follies, adaptado para Nacha en una letra autobiográfica, y No llores por mí Argentina, de Andrew Lloyd Webber, de la obra Evita, que tuvo el honor de grabar por primera vez con letra en español.
Todas esas canciones que, según el programa, nunca volvió a cantar, tienen (como la propia Nacha) la misma frescura y vigencia que cuando se estrenaron. El valor agregado es el crecimiento y la sabiduría de la artista, que se percibe en todos los detalles de su presentación.