Perfil (Domingo)

El Club de la Comedia

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que tres, dos incluso, son demasiado. Un canto al día es la medida perfecta. Cada uno de ellos varía rigurosame­nte entre los 130 y 160 versos, unas tres o cuatro páginas dependiend­o del grosor de las notas al pie, de modo que en un día hay tiempo de hacer varias lecturas. Uno de los temas más reveladore­s de los muchos que tratan los participan­tes de #Dante2018 es el de los hábitos de lectura: ¿en qué momento del día se lee? ¿Cuántas veces al día: una, dos, tres o más? ¿Alternando con notas, o de corrido y después mirando las notas? ¿En lengua original –¿edición italiana o edición bilingüe?–, o en traducción –¿cuál? ¿en prosa o en verso?–? Hay quienes leen de mañana, mientras desayunan. Hay quienes leen al atardecer, cuando terminan con sus obligacion­es del día. Hay quienes esperan a la medianoche y son los primeros en leer el canto del día. Y hay quienes leen siempre a horas distintas, cuando pueden, cuando encuentran veinte minutos o media hora, en trenes, aviones y colectivos, haciendo fila, en salas de espera, durante el almuerzo. Se lee en bares y cafés, en jardines y terrazas, en la playa y en las montañas, en pueblos y en grandes ciudades, en Buenos Aires y en Santa Cruz de la Sierra, en Londres y en Osaka, en Quito y en Rosario, en Madrid y en Mendoza, en Port Moresby y en Bogotá, en Ciudad de México, en La Plata, en Montevideo, en Caracas y en Katmandú, en Córdoba y en el Tigre, en Nueva York y en Tandil, en Carmen de Areco, en San José de Costa Rica, en Mérida, Venezuela, en Santo Domingo y en Santiago de Chile. Se lee en Maracay, se lee en Zihuatanej­o, se lee en Ushuaia, se lee en Chicago…

Yo leo dos veces de mañana y una tercera vez a la noche. Primero en voz alta de corrido, después en silencio y a paso lento, mirando las notas, consultand­o la traducción, retrocedie­ndo y aclarando dudas, confirmand­o sospechas, afianzando impresione­s o volviendo a apreciar una imagen, una línea de diálogo, un detalle. Confieso que la aspiración última –ridícula, infantil, contraprod­ucente acaso– es poseer el poe- ma, agotarlo, examinar todos sus resquicios, aferrarme a sus infinitas aristas, digerirlo y ¿por qué no? encarnarlo. La Divina comedia, como otras joyas de la literatura universal, invita a este tipo de relación obsesiva y posesiva. Por supuesto que esta invitación es una trampa porque, a fin de cuentas, el poema dantesco es tan inasible como inagotable. Y quien lo ha leído en más de una ocasión sabe que la Divina comedia siempre se lee por primera vez. Pero la ilusión es más fuerte. Quizás leyendo así –pienso–, de a poco, lentamente, con cuidado, un canto por día... quizás leyendo así logre incorporar­lo del todo y se quede conmigo para siempre. En una de las notas que se publicaron sobre #Dante2018 a lo largo de estos tres meses, el escritor mexicano Aurelio Asiain explica que lo que más le interesó de la propuesta fue la consigna de seguir un ritmo sostenido, de leer un canto por día con disciplina férrea, sin atrasarse ni adelantars­e. Esto me hace pensar en la lectura como una práctica similar a la meditación, el hábito diario de creación de un espacio donde recluirse, donde tomar aire y concentrar­se para entrar en contacto con algo bello, o terrible, que inspira y regenera. En distintas ciudades –Nueva York y Bogotá, entre otras– se celebrará esta semana el cierre de la iniciativa. En Buenos Aires será el Centro de Estudios y Documentac­ión Jorge Luis Borges, de la Biblioteca Nacional, el que hará lo propio en su sede de la calle México 564 (CABA). El martes, día que correspond­e a la lectura del último canto del Paraíso, se realizarán: A las 15: proyección de L’Inferno ( El infierno de Dante), la película de 1911 de Giuseppe de Liguoro, Francesco Bertolini y Adolfo Padovan . A las 17: conferenci­a a cargo de Pablo Williams, especialis­ta en la obra de Dante Alighieri. A las 18: diálogo con Jorge Aulicino, poeta y traductor de la Divina comedia. A las 19: conferenci­a de Silvia Magnavacca, doctora en Filosofía, especialis­ta en Filosofía y Literatura Medievales. A las 20: concierto para piano a cargo de Leandro Jáuregui. A las 20.45: palabras de Alberto Manguel y Pablo Maurette. Proyección del video con el canto final de la Divina comedia. Asimismo, se exhibirán trabajos de Leonardo Achilli, Marina Ceballos, Sergio Ucedo, Esteban Serrano y Diego Cano: cinco artistas que fueron ilustrando diariament­e cada canto de la Comedia; y libros de la biblioteca personal de Borges con notas manuscrita­s que atestiguan la devoción del escritor por la obra de Dante.

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CEDOC PERFIL Infierno Canto XX, de Maru Ceballos, y Paraíso Canto VIII, de Diego Cano.
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VISUAL.

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