Francella eligió un material inteligente y lo hizo con cuidado
En el a ño 2016, el guión de Perfectos desconocidos, del autor y director cinematográfico Paolo Genovese, recibió distintos premios. Sumó uno en el Festival de Cine de Tribeca y el David di Donatello a la mejor película.
En diciembre del año pasado se conoció la versión española con el sello de Alex de la Iglesia. Por eso no resulta casual que un hombre de cine como Luis Scalella asumiera ahora, junto a Guillermo Francella, la adaptación teatral.
El tema se basa en la sig uiente consig na: “Todos tenemos una vida secreta en nuestro celular”. Esta frase se constata a través de una simple cena entre matrimonios amigos a la espera de conocer a la flamante pareja de uno de ellos, que se separó y volvió a encontrar el amor. Con esta excusa el autor italiano va desnudando a cada uno de estos integrantes, no solo mostrando el verdadero vínculo que los une con sus parejas, sino con otras personas más o menos lejanas a la familia.
El juego que se propone es que se escuchen los mensajes, los de voz y los de WhatsApp, sin censura. Todos, sin excepción, aseguran que no tienen secretos, pero cada uno en su momento descubrirá que esto es una falsedad. Lo inquietante e inteligente que tiene esta comedia dramática es que jue- ga de espejo de nuestra actual sociedad. Prejuicios, miedos, inseguridades y miserias están iluminados, y aquí se verifica que hay un director que sabe mover los hilos del teatro. Desde la elección del escenógrafo (Jorge Ferrari), amplio conocedor del espacio, hasta cómo Francella utiliza cada rincón con una intención teatral. La iluminación de Eli Sirlin va siguiendo a cada uno, permitiendo evidenciar lo secreto y lo público.
Hay un elenco que consigue convencer, aunque vuelve a ser cuestionado el innecesario uso de micrófonos en una sala teatral. No hay explicación, siendo todos profesionales.
Interesante e intenso el contrapunto que consiguen Alejandro Awada y Mercedes Funes, como también el más intenso en réplicas que conforman Peto Menahem y Magela Zanotta. La dirección consigue que tanto a Agustina Cherri como a Gonzalo Heredia, con menos escenario, se los vea seguros y convincente. Para Carlos Portaluppi no hay papeles difíciles: siempre, pero siempre consigue destacarse haciendo un trabajo plagado de sutilezas.
Perfectos desconocidos es la segunda dirección de Francella, y sin duda eligió un material inteligente, sin golpes bajos, y lo trasladó al escenario con sumo cuidado, dándole un interesante y abierto final. El público saldrá pensando que también un celular puede ser un arma peligrosa.