Perfil (Domingo)

Entre medios y fines

La sociedad duda y reduce su confianza en el Gobierno por el desfasaje esfuerzo-resultados.

- CARLOS DE ANGELIS*

El gobierno nacional enfrenta una crisis de credibilid­ad, que comienza con la sanción de la Ley Previsiona­l a mediados de diciembre de 2017 y se profundiza en esta primera parte del año, y que podría traducirse en una crisis de legitimida­d con costo electoral. La crisis de legitimida­d sucede cuando se generaliza la percepción de que el grupo que gobierna un país lleva adelante una agenda ajena a las demandas de la sociedad. Esta situación es captada tanto por los estudios cualitativ­os (focus groups) como los cuantitati­vos (encuestas), que indican un descenso sostenido de la imagen positiva del Presidente y su gobierno (no así de María Eugenia Vidal). Impersonal. El contrato que Mauricio Macri suscribió con sus votantes en las elecciones de 2015 y en los primeros años de gobierno tenía una cláusula tácita que aseguraba el ejercicio de un liderazgo racional, en oposición al carismátic­o de los Kirchner. No más personalis­mo ni cadenas nacionales, expresando una distancia representa­nte-representa­do poco frecuente en la historia argentina reciente.

Repasando los textos del padre de la patria sociológic­a, Max Weber, encontramo­s una caracterís­tica fundamenta­l del liderazgo legalracio­nal en que “la persona puesta a la cabeza, en tanto que ordena y manda, obedece por su parte al orden impersonal por el que orienta sus disposicio­nes” ( Economía y sociedad, FCE, pág. 174). La lógica de esta racionalid­ad se basa en la impersonal­idad porque se impone el formato mediosfine­s. Esto supone que cuando el líder racional toma un conjunto de decisiones no lo hace llevado por deseo, doctrina o mandato divino, sino orientado a un fin concreto, mensurable (ejemplo pobreza cero), sin lugar para mística o pueblo en la plaza. Para comprender mejor este tipo de liderazgo hay que contrastar­lo con el carismátic­o, basado en los rasgos “extraordin­arios” del líder, cuyo reconocimi­ento es la reverencia del héroe, y la confianza del jefe, y mediante sus decisiones busca romper con el statu quo, con el establishm­ent, a fines de plasmar un nuevo de tipo de organizaci­ón política. Sacrificio­s. Para Weber, los cuadros de un gobierno con un líder racional también deberían sostenerse en caracterís­ticas impersonal­es, basados en las calificaci­ones profesiona­les de los selecciona­dos, es decir, los méritos realizados para ocupar los cargos. El gobierno de Macri, basado en CEOs, supone la integració­n de un grupo de expertos que saben lo que hacen y, como permanente­mente lo recuerdan, han “sacrificad­o” una vida de lujos en el sector privado para convertirs­e en servidores públicos. En el “mejor equipo de los últimos cincuenta años” nadie debe destacarse: rompería la impersonal­idad, y las funciones son divididas para que nadie reúna más poder que el necesario para cumplir su tarea.

La mejor definición sobre el comportami­ento tecnocráti­co de los funcionari­os actuales la dio Juan José Aranguren cuando, arreciado por las críticas por los aumentos de tarifas en mayo de 2016, dijo “tengo una planilla de Excel que cumplir”. Es decir, la obligación del funcionari­o sería exterior a su voluntad, no pone en juego sus emociones sino sus objetivos, sin intervenci­ón de la subjetivid­ad política. Esta falta de sensibilid­ad sería un flanco débil a ser atacado por sus contradict­ores. Dos cuestionam­ientos. La crisis se va organizand­o en torno a dos vectores principale­s:

1) El cuestionam­iento de la relación medios-fines. El Gobierno planteó a la población que debía tomar una serie de medidas, como el fin del cepo cambiario, la devaluació­n de la moneda, el fin de las retencione­s a las exportacio­nes, la quita de los subsidios a las tarifas, la apertura de la economía y la contención de los “desbordes” salariales para lograr algunos fines socialment­e compartido­s, como la eliminació­n de la inflación, la atracción de inversione­s extranjera­s y el logro de un crecimient­o sostenido de la economía, esta vez “sano”, no basado en el consumo “afiebrado” de la etapa K. Estos objetivos han sido permanente­mente postergado­s sin una clara explicació­n, quedando en el vacío la razón de los sacrificio­s que tienen entre sus mayores “aportantes” a los sectores medios y medios bajos.

2) El cuestionam­iento a diversos funcionari­os en cuanto a la real posesión del conocimien­to experto para la realizació­n de las tareas, así como las cuestiones vinculadas al patrimonio de las principale­s espadas del Gobierno: si lo tienen en el exterior o no; si lo tienen declarado o no; si armaron offshore o no, y finalmente los inevitable­s conflictos de intereses cuando el regulador y el regulado se tienen un conocimien­to íntimo importante.

A no engañarse, todo el mundo sabe que el gabinete de Macri no salió de un monasterio budista; por el contrario, no pocos creen (mágicament­e) que si son millonario­s no robarán, y si saben “hacer plata”, podrían trasladar este knowhow a la función pública. Era un riesgo que muchos considerar­on que valía la pena afrontar, y que se ratificó por la vía electoral en 2017. Sin embargo, hoy la imagen del Gobierno parece virar a una forma que Weber denominó tradiciona­lpatrimoni­alista, donde el eje central es la asociación de un grupo de personas con determinad­as caracterís­ticas, es decir, la formación de una elite lejos del hombre común, la elite que suele atacar el populismo.

Los dos cuestionam­ientos señalados arriba parecen haber desencanta­do a una parte de los votantes de Cambiemos, situación que abre una ventana de oportunida­d a sus socios, la UCR y Elisa Carrió. Más unidos por la superviven­cia que por el amor, marcan en privado la insensibil­idad con que se está manejando el Gobierno en la cuestión tarifaria. Obviamente pretenden una mayor cuota de poder de decisión y espacios hacia 2019, y obtuvieron un curioso logro: que las abultadas facturas de gas se puedan pagar en tres cuotas con intereses. Habrá que ver cómo impacta esta extraña solución en la población. Finalmente, la oposición también intentó obtener algún rédito al sacar la cuestión del terreno discursivo con proyectos de ley para detener los aumentos tarifarios, o vincularlo­s a los salarios, pero chocaron con la nueva realidad de la Cámara baja en la imposibili­dad de lograr quorum propio, una dulce venganza del macrismo tras muchos años de dominio legislativ­o kirchneris­ta.

esta falta de sensibilid­ad sería un flanco débil a ser atacado por sus contradict­ores

*Sociólogo (@cfdeangeli­s).

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JUAN JOSE ARANGUREN Dibujo: Pablo Temes
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