Entre las intenciones y los actos
La mafia del bien
Autor: Jorge Asís Género: crónica
Otras obras del autor: La manifestación; Fe de ratas; Canguros; Flores robadas en los jardines de Quilmes; Diario de la Argentina Editorial: Sudamericana, $ 429
“Yo no tengo ningún inconveniente/ en meterme en camisa de once varas”, decían unos versos de Nicanor Parra que Jorge Asís acostumbra citar cuando anuncia una primicia sobre el estado de las cosas. Desde el año 2005, Asís administra un portal donde analiza sin ambages la realidad política argentina. Dueño de un estilo único que supo macerar a lo largo de una extensa carrera literaria y periodística, donde hay hitos insoslayables como Los reventados, Flores robadas en los jardines de Quilmes y La calle de los caballos muertos, el escritor nacido en Avellaneda fue víctima de la intelligentzia progre que lo estigmatizó por su condición de best seller en los años oscuros y más tarde por ocupar diversos cargos diplomáticos durante el menemismo. También ninguneado por la crítica académica; sin embargo, de un tiempo a esta parte, a la luz de una obra contundente, aquellos prejuicios se fueron desvaneciendo y la obra de Asís pudo finalmente entrar al Parnaso: hoy es reconocido por tirios y troyanos, ocupando merecidamente en lugar importante en la literatura argentina. Las cotidianas columnas periodísticas de Asís están sanamente contaminadas por el tono de su prosa literaria, un endiablado cóctel de picaresca, citas eruditas, cultura popular, anacronismos, sarcasmos y adjetivos incendiarios. La mafia del bien recopila las entradas de su portal correspondientes a los dos primeros años del gobierno de Mauricio Macri. Como lo hiciera durante los años kirchneristas, con libros como La marroquinería política y El descascaramiento del sistema recaudatorio de acumulación, Asís supo erigirse en un ácido e implacable crítico de las mañas de los poderosos. Convencido de que “en Argentina siempre todo termina mal”, para contar las desventuras del país, Asís se sintió obligado a recurrir al sainete: “Engañosamente, supuse que podía interpretar, a la Argentina, a través de las ornamentaciones de la tragedia griega. Me equivocaba, porque debía recurrir, mejor, de lejos, al sainete. Hacía más falta Vacarezza que Eurípides”, aclaraba en el prólogo de El descascaramiento. Asís reescribe la trama del poder como una novela en clave, donde cada personaje remite a protagonistas del núcleo duro de la política nacional. Un elenco estelarizado por El Angel Exterminador, Geniol, La Chica de Flores de Girondo, La Demoledora, La Doctora, El Pibe de Oro, El Equeco, Los Peronistas Perdonables, Los Buscapinas y muchos otros actores de reparto, desfilan en una procesión disparatada donde permanentemente oscilan “entre la gloria y Devoto”. Sometidos a todo tipo de inclemencias sociales, económicas y legales, los protagonistas parecen haber perdido el rumbo y como muñecos de la Commedia dell’Arte se desplazan en una inercia fatal, practicando lo que Asís bautizó como “errorismo de Estado”. En sintonía con aquel Borges del relato El simulacro (donde denostaba al primer peronismo por ser pura fantasía), Asís atribuye a los últimos gobiernos características falsarias, ya que no se cansa de señalar la enorme distancia existente entre las intenciones y los actos, entre las promesas y la realidad. Al ciclo kirchnerista lo definió como “una revolución imaginaria”, mien-
Las columnas periodísticas de Asís están sanamente contaminadas por el tono de su prosa literaria, un endiablado cóctel de picaresca, citas eruditas y cultura popular
tras que en el macrismo también detecta la presencia de máscaras y cosmetología: hay “inversores imaginarios” y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, gobernada por el macrismo desde hace varios años, es “el artificio autónomo”, un “maxiquiosco” esencialmente recaudador. Según la visión de Asís, uno de las principales fallas de la maquinaria ideológica del macrismo es haber puesto muy alta “la vara de la transparencia”, llenando el Go- bierno de funcionarios y voceros que se convirtieron en dudosos cruzados (la “mafia del bien”) y “reproductores de agua bendita”, cuando en verdad están en el mismo lodo, todos manoseados.