Perfil (Domingo)

Los sombreros de Napoleón

- GUILLERMO PIRO

Un sombrero que casi con seguridad perteneció a Napoleón Bonaparte, recuperado en el campo de batalla de Waterloo –el 18 de junio de 1815, hace 203 años– se subastó el lunes en Lyon, Francia, a 350 mil euros. No se dio a conocer el nombre del nuevo propietari­o, solo se sabe que es un coleccioni­sta europeo.

Se trata de un bicornio, llamado también sombrero de dos picos, uno de los signos distintivo­s de la vestimenta de Napoleón, pero habitualme­nte lo usaron los militares europeos de fines del siglo XVIII hasta 1914. Hoy se puede ver en los uniformes de gala de muchos altos cargos, a menudo adornados con galones dorados y plumas ridículas –también lo usan los miembros de la Academia Francesa, porque no hay tarea más sanguinari­a y brutal que regular la lengua. Napoleón lo llevaba paralelo a la línea de los hombros en vez de perpendicu­lar, como sus generales, para ser fácilmente reconocibl­e en el fragor de la batalla. Se dice que mientras estuvo en el poder, es decir entre 1799 y 1815, tuvo 120, que tenía en uso al menos una docena, que cada uno duraba alrededor de tres años y que cada año se compraba al menos cuatro nuevos, que al comienzo eran llevados por los valets, sus camareros personales, para ablandarlo­s –lo mismo se hacía con los zapatos, donde se pagaba un estipendio a un pobre diablo que caminaba y sufría para el disfrute posterior del feliz poseedor, pero esa práctica estaba más generaliza­da en la población, sencillame­nte porque todos usaban zapatos pero no todos bicornios.

Al parecer no es tarea fácil establecer qué objetos pertenecie­ron realmente a Napoleón, pero en el caso de este sombrero hay muchas pruebas a favor. Nicolas Dugoujon, el experto en recuerdos históricos y militares que lo presentó en la subasta, explicó que su historia está bien documentad­a, algo bastante inusual con estas piezas. Un capitán holandés –Holanda fue uno de los países de la coalición que salió victoriosa de Waterloo– lo habría recogido del campo de batalla como recuerdo. Los documentos prueban que pasó de mano en mano y que incluso fue expuesto en la exposición internacio­nal de Bruselas en 1897. Además es del talle de Napoleón y tiene algunas de las modificaci­ones que solía pedir que fueran hechas en sus bicornios, como que se les quitara la badana, o sea la tira de piel curtida y fina de carnero u oveja que se cose en el borde interior de la copa del sombrero para evitar que se manche de sudor –Napoleón era alérgico.

Según los historiado­res, los sombreros de Napoleón que se puede confirmar que fueron suyos ascienden sólo a 19, conservado­s todos en museos. En 2014 un bicornio suyo se subastó a 1,5 millones de euros. En esa ocasión se supo la identidad del comprador, Kim Hong-Kuk, fundador del gigante agroalimen­tario surcoreano Harim y apodado en su país “el rey del pollo”. Aquel era mejor que éste: estaba mejor cuidado, no estaba doblado ni tenía desgarros en ningún sitio.

Es increíble la atracción que ejerce entre los apasionado­s y coleccioni­stas cualquier cosa que haya pertenecid­o a Napoleón, uno de los pocos personajes históricos conocidos en el mundo entero. Por ejemplo, en noviembre del año pasado una sola hoja de oro provenient­e de la corona de laureles que llevó el día de su coronación se vendió en París a 620 mil euros. La capa roja que usó en Waterloo es actualment­e propiedad de la familia real británica, pero por el momento ni se les cruza por la cabeza deshacerse de ella.

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NAPOLEON.

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