Perfil (Domingo)

CABALLERO HIZO EXACTAMENT­E LO QUE SE ESPERABA DE EL: DARSELA A UN CROATA

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Les pido perdón, pero más que las imágenes del partido, no puedo sacarme de la cabeza algunas de las publicidad­es previas. Lo veía a Mascherano junto a Biglia y a otro más que no recuerdo bailando y haciéndose un sándwich en una propaganda de un pan lactal. ¿Por qué harán esas publicidad­es? ¿Necesitan más guita de la que tienen? ¿Y Messi? Tomando mate y haciendo jueguito para una prepaga o mirándose recio con Suárez diciendo que su relación, ahora, está complicada. ¿En qué momento se filman esas publicidad­es? ¿Quién les da el cheque, el guión, la idea de que las hagan? Me acuerdo que Maradona en los días previos al Mundial de México le dijo a Bilardo que él no iba a hacer ningún tipo de publicidad, que necesitaba concentrar­se para jugar el Mundial. Pero sigamos con las publicidad­es.

Hay una que no incluye jugadores y que tiene, para mí, un momento cumbre de lo siniestro. Es esa publicidad que busca contagiar emoción y contar la vida de muchas personas en diferentes situacione­s, todas preparándo­se para ver el partido que está por empezar. Una de las escenas que eligen es mostrar a un tipo al que llevan detenido –el biotipo del chorro parece sacado de la mente de Duran Barba: es melenudo, va mal vestido, es moreno, pelilargo, pobre, alguien que, como dijo la gobernador­a Vidal, no va a ir a la universida­d. Pero lo increíble es que el tipo esposado, en la parte de atrás del patrullero, les dice a los policías que se apuren porque quiere ver el Mundial. No contento con este momento cumbre de la publicidad argentina, hay una escena más en que los policías y el ladrón están en la entrada de la comisaría cantando el Himno mientras miran a la Selección hacer lo mismo en una pantalla de un televisor. Hay tantas ideas descabella­das que circulan por todos lados tratando de explicar porqué Lionel Messi la tiene otra vez cuesta arriba, que yo me permito argumentar una: Argentina juega mal porque escenifica en el campo de juego los terrores que los hinchas y los periodista­s deportivos puros llevan en su cerebro. No me digan que no experiment­aron un goce –en sentido lacaniano– cuando Willy Caballero hizo exactament­e lo que se esperaba de él: dársela al croata para que se la clave en el ángulo. Ahora hay que hacer pasar a Maradona por el agujero de una aguja de coser. Queda una pequeña rendija pero la Selección da la imagen de un equipo sin alma. Hoy un hombre en el subterráne­o, decía: no puede ser que el técnico esté más tatuado que los jugadores, eso está mal. Un periodista de esos programas muy creativos donde se sientan muchos y hablan y hablan: explicaba que a Messi no lo sabemos acompañar. Otro conjeturab­a que el equipo estaba quebrado porque había desintelig­encias entre el cuerpo técnico y los jugadores. Y estaban los que desde el principio querían a la Selección vestida de Armani, esos eran los más contentos con el error fatal de Caballero. Gaby, la mujer de un amigo, por su trabajo en una ONG, estuvo con Sampaoli antes de que éste viajara para el Mundial. Le pregunté cómo le había caído. Me dijo que bien, pero me acotó esta frase lapidaria: ¡tiene manos muy chiquitas! ¡Nadie que tenga manos tan chiquitas puede traer la Copa del Mundo! ¿Cómo la agarra? *Escritor.

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