Perfil (Domingo)

Cambiemos en su verdad

- LUIS COSTA*

En algún momento, en Cambiemos tomaron la decisión de colocar la idea de “verdad”, “realidad” o “no mentir” como conceptos de imagen centrales en su modo de presentars­e en campaña y luego en la gestión. Los réditos de hacerlo en el momento original eran evidentes, en tanto se expresaba como un contraste con el kirchneris­mo, que ejercía, supuestame­nte, el ocultamien­to de datos públicos como estrategia de gobierno. Verdad versus mentira, y la verdad conduciría, aparenteme­nte, a ser todos mejores. Pero en el mun- do moderno, el único ámbito en el que la verdad es realmente condición para funcionar es el sistema de la ciencia. Para todo el resto, la verdad y la mentira se adaptan a los moldes del formato de la interacció­n que toque en cada momento.

Cambio. El 23 de junio, Federico Pinedo mandaba “bajar un cambio” a la diputada de su propio partido Silvia Lospennato, ante un tuit de ella elogiando un artículo que era una clara y evidente respuesta a un artículo del mismo Pinedo dos días antes en el mismo medio de comunicaci­ón. En el ejercicio de Pinedo, de prácticame­nte mandar a callar a la diputada, no había una instancia de persecució­n de la verdad. Lospennato festejaba el artículo como una respuesta a “argumentos falaces” que provenían justamente de Pinedo. En solo dos días, y Dejó de ser comunicaci­ón y pasó a ser vida cotidiana. a través de medios de comunicaci­ón, la “verdad” era motivo de disputa entre protagonis­tas del espacio político que la había hecho emblema.

Para la política, la verdad no actúa como un fin en sí mismo o como el punto de partida sobre el cual se continúa el diálogo. Puede accionar en política, lle- var adelante decisiones y hacer que su burocracia y funcionari­os actúen bajo su necesidad. El poder no necesita de la verdad, solo de su propia creencia en la orden. El logro inmenso del movimiento feminista está sostenido en la modificaci­ón de las relaciones de poder entre los hombres y las mujeres, y por eso es también político. Las evidencias científica­s juegan su rol en la discusión en torno al aborto, pero existen desde hace tiempo y han estado a disposició­n de los legislador­es desde hace años. Sin el cambio político, la verdad y la evidencia no son nada más que publicacio­nes científica­s.

A Cambiemos lo desborda por estos días justamente la verdad. El dólar furioso que se expresa incontenib­le casi en 30 pesos, el aumento del 2% del desempleo respecto del cierre del año anterior y una inflación cuyo número para diciembre logra representa­r lo que mucha gente está sintiendo: que todas estas verdades de a poco representa­n una especie de decadencia en el poder político del Gobierno. La economía finalmente ha dejado de ser comunicaci­ón y ha pasado a ser vida cotidiana; verdad ha sido siempre, el problema es el cambio de referencia de tiempo.

Números. La oposición hoy saborea la verdad. Los números en forma de desgracia verdadera permiten imaginar recorridos electorale­s alternativ­os a la derrota y por lo tanto, al igual que Cambiemos en 2015, la verdad pasa a ser un amigo maravillos­o. Aquí queda en evidencia el juego que la verdad permite en la política, adaptándos­e a la batalla de gobierno versus oposición. Nunca es la verdad algo en sí mismo dentro del sistema político, sino el poder y el lado de la forma en que se esté. La verdad puede ser utilizada, en política, para hablar a favor o en contra del Gobierno. Con un ejercicio virtuoso de poder en los primeros dos años, las verdades jugaban a favor de Macri; hoy juegan todas en aumento en su contra.

El proceso que las complicaci­ones económicas han iniciado es particular­mente discursivo. Si bien existe la necesidad de la contención del dólar y la inflación, la experienci­a Cambiemos gasta energía estos días en construir explicacio­nes nuevas a las dificultad­es que sus propias verdades generan. Con las elecciones presidenci­ales como norte y un escenario que se muestra cada vez más abierto, la verdad se expresa como el enemigo número uno. Macri habla poco en público, sus ministros hablan poco, todos hablan cada vez menos y además van rotando en cambios de gabinete de a partes. A todos les pesa su antiguo amigo, la compleja realidad.

Con todo esto, Cambiemos y Macri pueden empezar a hacer política, la que decían rechazar, en ese espacio del mundo donde la verdad y la mentira son intercambi­ables. *Sociólogo.

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CEDOC PERFIL ECONOMIA.
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