MIGRANTES
Naguib Sawiris es el nombre del multimillonario egipcio que había ofrecido comprarle una isla a Grecia o Italia, en 2015, para darles en ella refugio y albergue a los inmigrantes que huyen del horror de las guerras, de las persecuciones y de la muerte. Además, su “altruista combo” incluía la declaración de la independencia y el acondicionamiento de la misma, de manera que pudiera transformarse en el territorio de un nuevo país, que los mismos refugiados levantarían. Esta propuesta surgió a poco que la foto de Aylan irrumpió como ícono del horror en los portales y primeras páginas de los medios del mundo, tras décadas de naufragios en el Mediterráneo, mientras Europa se encogía de hombros y miraba hacia el costado repartiendo culpas por doquier, sin poder despertar de la pesadilla que tiene a la humanidad atrapada, observando impávida, sin atinar a dar una respuesta adecuada a tanta desesperanza. La actitud que le cupo a este magnate egipcio trasciende las fronteras de la caridad. Su compromiso lo llevó a proponer una solución integral, colocándose a la cabeza de esta verdadera “cruzada para salvar al hombre”, que excede largamente el mero acto filantrópico de “donar dinero para…”. El ponía a disposición de los refugiados “territorio y libertad”, dado que prometía declarar su independencia inmediata. Y como si algo faltara a su trascendental propuesta, les devolvería la esperanza. Mientras las grandes potencias debaten, aún hoy, “hasta dónde abrir sus puertas”, aparecía en escena Naguib para decirle a este mundo cargado de conflictos, vacío de propuestas y saturado de egoísmos, que el bien común era aún posible imaginarlo. Solo faltaba que Italia y Grecia dijeran presente a esta luminosa idea, para que el milagro que alumbraría el siglo XXI se convirtiera en realidad. Solo tuvo, tal vez, un error de cálculo en su humanitaria decisión: no haber buscado el apoyo de la ONU para que los países que debían vender esas islas lo hicieran. Hoy, a casi tres años sin noticias sobre esta idea milagrosa, mientras Europa le cierra las puertas al barco Aquarius (con 629 migrantes rescatados en el Mediterráneo), seguramente se estarían viendo los primeros frutos de esa nueva república. Hubiera sido la llave, tal vez, para que términos como semejante, solidaridad y amor al prójimo no desaparecieran de la faz de la Tierra. Juan José de Guzmán jjdeguz@gmail.com