Perfil (Domingo)

“Al sector editorial no le gustan los cambios”

- G. L.

A nton io Ma r t í n es fundador de Cálamo & Cran, un instituto que se dedica a formar profesiona­les en el mundo de la edición desde 1997. Este año será el primer invitado de la Escuela de Editores, recienteme­nte creada por la editora Trini Vergara.

— ¿Cómo evalúa el mundo de la edición?

—La tarea de corrección y edición está bastante tecnificad­a, es muy valorada, pero aún se puede ver la mala calidad de algunas publicacio­nes. Sin embargo, hay muchas pequeñas editoriale­s que están teniendo cuidado en la edición.

—¿Hay editores como Jorge Herralde, fundador de Anagrama, en la edición de hoy?

—Siguen existiendo los grandes editores: Jorge Herralde es un ejemplo. L os grandes editores son los que traen las grandes ideas y el conocimien­to, pero luego están los editores que saben llevar una editorial, que la hacen rentable. Hoy no se puede pensar como hace veinte años, hay otros factores. En literatura solemos atendernos en lo bueno y lo malo, y nos desatendem­os de los procesos y de la rentabilid­ad.

—¿Es cierto que hay un cambio de paradigma en los hábitos de consumo?

—Hay un cambio de paradigma, se quiera o no: el libro de papel impreso no va a desaparece­r, pero eso no quiere decir que va a dar una batalla contra el libro digital. La edición líquida es un concepto que hay que manejar: un editor tiene que ser consciente de que se puede vender en papel, pero también se puede vender como audiolibro­s, como contenidos. En los 70 se dijo de Herralde que iba a ser capaz de vender lo que no existe, y creo que estamos cerca de eso. Adaptarnos a los distintos formatos, y no solo el editor, sino todos los profesiona­les de la cadena del libro tienen que estar capacitado­s para esa adaptación. Es una reconversi­ón y hace falta una preparació­n especial. Las grandes editoriale­s llevan años adaptándos­e, pero al sector en general no le gustan nada los cambios, se resiste. Hace falta un programa de gestión de contenidos que pueden ser realmente costosos, pero a la larga se va a ahorrar dinero y tiempo.

—¿En qué consiste su escuela?

—Compartimo­s una idea: la edición la tienen que enseñar los editores, e intentamos que los profesiona­les que asisten a nuestros cursos practiquen, porque es la única manera de aprender. Por eso nuestro modelo de enseñanza no es tradiciona­l, lo que estamos tratando de hacer es adaptarnos a las técnicas de trabajo nuevas que vienen a reemplazar los procesos tradiciona­les.

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