Perfil (Domingo)

Fútbol: la cara más populista de Macri

- JAVIER CALVO

Aún hoy al Presidente le brillan como nunca los ojos cuando habla de dos temas: su hija Antonia y Boca. Sus chistes y metáforas futbolísti­cas son moneda habitual en diálogos privados, palabras públicas y hasta en encuentros con mandatario­s de otras latitudes, aunque sean ajenos a semejante pasión.

Por eso hay que creer en la sinceridad brutal de Mauricio Macri cuando días atrás confesó que prefería que Boca y River no se enfrentara­n en la final de la Libertador­es, porque los hinchas no iban a poder dormir durante 20 días. Estaba hablando también de él.

Acaso ese sentimient­o de hincha más que de jefe de Estado volvió a jugarle una mala pasada el viernes, con su ya famoso tuit en el que establecía que los visitantes iban a poder asistir a las finales. Ese mensaje desgraciad­o, desandado por el propio Presidente 12 horas después en un buscado diálogo con un canal deportivo, se transformó en un abanico de malas señales.

Primero, las formas. El tuit de las 7.48 del viernes dejó boquiabier­tos a más de un funcionari­o nacional y porteño que debería haber estado al tanto de la novedad, empezando por Rodríguez Larreta y su ministro de Seguridad, Martín Ocampo, quien hasta admitió por la mañana que eso no era factible, sin haber visto la red del pajarito.

Tampoco habían sido consultado­s o informados los clubes involucrad­os. Raro sobre todo en el caso de Boca, siendo que quien lo preside, Daniel Angelici, es amigo de Macri y uno de sus operadores informales en la Justicia. No es el primer ejemplo de ansiedad comunicaci­onal del Presidente: semanas atrás anunció antes de tiempo la renegociac­ión de un nuevo acuerdo con el FMI sin que el Fondo estuviera al tanto.

El vendaval de críticas privadas de los propios y públicas de los ajenos, hizo dar marcha atrás a Macri a la noche, por Fox Sports, la señal que transmite en exclusiva la Copa con la producción de Torneos (ex TyC). Doce horas después de aquel tuit, el Presidente de un país agobiado por graves problemas siguió ocupándose de un tema poco crucial para la mayoría de los argentinos. ¿Nadie percibe semejante dislate en el Gobierno? ¿Tampoco que la contradicc­ión comunicaci­onal causa ruido político?

Vamos al fondo. Macri explica en su tuit que la idea de que los hinchas visitantes vuelvan a asistir a estas finales conlleva un mensaje de convivenci­a y madurez. Tal vez se vea así desde la bucólica residencia de Olivos. Pero no es la realidad y Macri lo sabe, presidió Boca y ni él consiguió sacar a los barradelin­cuentes del club. Ni D’Onofrio a los de River y así en cada una de las institucio­nes del fútbol argentino.

No parecería la mejor forma de encarar un problema disimular que existe. Tampoco confundir la distribuci­ón de tiempo y energías, por caso, en la cuestión de la seguridad. El mundo pondrá sus focos en Buenos Aires no por las finales de la Copa sino por la cumbre del G20, pocos días después del último superclási­co. Distorsion­ar el eje hacia el fútbol, además de populista, resulta poco serio.

¿No se percibe en el Gobierno el dislate de que Macri se ocupe del Boca-River?

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CEDOC PERFIL BOCA. Macri, en modo hincha.
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