Perfil (Domingo)

LO UNICO SEGURO FUE LA VIOLENCIA

LA POLICIA NO PUDO PROTEGER NI A BOCA. HUBO BATALLA EN LAS CALLES, CON VIDRIERAS Y AUTOS ROTOS

- ANDRÉS FIDANZA

Esto la verdad que fue un descontrol total, y a dos días de un partido como el que vamos a tener, en el que están pensados todos los operativos de Seguridad”, se quejó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich. Lo hizo el jueves pasado, después del entrenamie­nto abierto que se realizó en la Bombonera y terminó con un desborde de hinchas y el estadio clausurado. Fue una crítica apenas velada hacia el presidente de Boca Daniel Angelici. La frase también encerraba un palito contra el ministro de Seguridad porteño, el angelicist­a Martín Ocampo. Bullrich y Ocampo arrastran una relación zigzaguean­te y por momentos tensa.

Ayer, tras el ataque al micro de los futbolista­s de Boca, se instaló nuevamente un clima de silencio y desconfian­zas mutuas. Después de la agresión ocurrida sobre la avenida Monroe, con escasa presencia policial, los funcionari­os nacionales y porteños optaron por mantenerse callados. Durante horas prefiriero­n no explicar los motivos de lo sucedido. Cerca del radical-PRO Martín Ocampo, explicaron que estaban recolectan­do informació­n. Desde Seguridad nacional, en cambio, le pasaron sutilmente la responsabi­lidad al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta.

Recién a las 19 horas, mien- tras se multiplica­ban los disturbios en las afueras del Monumental, apareció la primera voz pública de un funcionari­o. El secretario de Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro, admitió que “hubo una falla”. Y le dijo a TN que el gobierno había empezado un sumario adminstrat­ivo para determinar errores entre los agentes que debían custodiar el acceso del micro de Boca. Poco después, pese a la presión de la Conmebol, ambos clubes decidieron suspender el partido.

Si bien la policía porteña no suele informar la cantidad de agentes dedicados a la seguridad de un partido, el (fallido) operativo de ayer ocupó a más de 1500 personas, más la ayuda de fuerzas federales, incluidas Gendarmerí­a y Prefectura.

Hace tres semanas, ya había existido un desencuent­ro entre los ministerio­s de seguridad nacional y porteño. Fue cuando Mauricio Macri propuso que el superclási­co incorporar­a hinchas visitantes en las dos finales de la Copa Libertador­es. Una sugerencia que finalmente no prosperó.

“Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica. También una oportunida­d de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz. Le pedí a la Ministra de Seguridad que trabaje con la Ciudad para que el público visitante pueda ir”, afirmó el presidente por aquellos días.

La reacciones de Bullrich y Ocampo fueron casi opuestas. El gobierno de Rodríguez Larreta se resistió. Pero la ministra apoyó la idea presidenci­al y prometió la asistencia de fuerzas federales en ambas finales. “Si tenemos un G-20, ¿cómo no vamos a dominar un River Boca?”, se jactó Bullrich entonces.

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AP VIOLENCIA. Muchas calles del barrio de Núñez fueron un caos. Los funcionari­os, en silencio.
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NA TENSION. Policías e hinchas frente a frente. Choques y detenidos.

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