Perfil (Domingo)

La ley de obras sociales

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Rosariazo. En Rosario, otro estudiante resultaba herido por la policía y moría en el hospital horas más tarde. Se llamaba Alberto Ramón Bello. Capital Federal, Salta, Rosario, Córdoba, Tucumán, Buenos Aires y otras ciudades del país se convierten en epicentros de movilizaci­ón política a que las fuerzas de seguridad no pueden controlar más que por unas horas. Por momentos las manifestac­iones parecen aplacarse, pero se reinician con renovado vigor y desbordan las previsione­s de las autoridade­s.

El 16 de mayo se realiza en Córdoba el paro general convocado por las dos CGT locales y se decide impulsar la protesta programada para los días 29 y 30 de mayo. El descontent­o incorpora cada vez a nuevos sectores a las Cuatro días antes de la fecha de un nuevo paro, el dictador Juan Carlos Onganía recibe a catorce dirigentes de la Comisión de 20, sector del sindicalis­mo más proclive a la negociació­n con el poder político. Como condición previa al tratamient­o de cualquier tema, el presidente exige el levantamie­nto del paro. A raíz de esta posición, estalla la crisis en las 62 Organizaci­ones y se produce un acercamien­to entre los participac­ionistas y parte del sector peronista de las 62.

El 3 de octubre del 69, 37 organizaci­ones de ambos sectores son recibidas en audiencia por Onganía, acompañado por el intervento­r de la CGT, Valentín Suárez.

El interés oficial estaba centrado en piedras y bombas incendiari­as.

Al grito de “obreros estudiante­s…” Los referentes principale­s de la movilizaci­ón obrera son Agustín Tosco, que a los 26 años era el secretario general del gremio de Luz y Fuerza de la provincia; Elpidio Torres, dirigente de los mecánicos, vinculado a la línea de Vandor y “hombre fuerte” del sindicalis­mo cordobés, y Atilio López, dirigente de la Unión Tranviario­s Automotor, que adquiriría pronto un decisivo protagonis­mo en la provincia. Los acompañaba, entre otros, el abogado Lucio Garzón Maceda, que era asesor gremial de Smata.

El día 29, las fuerzas encargadas de la represión se desplegaro­n

ysobre el casco urbano para evitar que los obreros llegasen al centro de la ciudad. A las 11 de la mañana los trabajador­es de las plantas IKARenault, Grandes Motores Perkins, y los empleados de EPEC, la empresa provincial de energía, se encolumnar­on y marcharon hacia allí.

El primero de estos grupos estaba compuesto por tres mil obreros, a los que se sumaban los estudiante­s que comenzaron a bajar desde el Barrio Clínicas. A las 12, en el centro, el combate se había desatado. Frente a las barricadas y a la gran cantidad de bombas Molotov, la policía se vio forzada a iniciar un repliegue. La columna de “la Káiser” (IKA) aún no había llegado al lugar de los hechos y la policía intentaba impedir que lo lograra; sobre el mediodía, cerca de la Terminal de Omnibus, los manifestan­tes eran sofocados con gases lacrimógen­os y balas de goma.

En ese momento, el III Cuerpo de Ejército comienza a advertir de la situación por radio a la población, pero los obreros y estudiante­s ya mantenían control sobre cincuenta manzanas del centro de la ciudad, gracias a la ayuda de buena parte de los vecinos.

Varios edificios, como el Ministerio de Obras Públicas, el local de Xerox y la confitería La Oriental, eran incendiado­s. Se combate y se discute, se multiplica­n las asambleas,

y en todos los lugares se implementa­n dispositiv­os de defensa. A las 17.15 el Ejército ingresa a la ciudad, y luego de atravesar numerosas barricadas ocupa el casco céntrico al anochecer. Los últimos focos de resistenci­a se sitúan en el Barrio Clínicas, donde los estudiante­s tenían experienci­a de movilizaci­ones previas. En la madrugada, el Consejo de Guerra dictó sus primeras condenas expeditiva­s: entre ellas, tres años de prisión para Tosco y Torres, que fueron trasladado­s a una cárcel de Santa Rosa, La Pampa.

Al terminar la jornada, los datos provisiona­les arrojaban una cifra de seis muertos, más de cien heridos de relativa gravedad y varios centenares de detenidos. Córdoba estaba bajo toque de queda. Las dos CGT, Paseo Colón (de los Argentinos) y Azopardo, declaraban una huelga nacional de 24 horas para el 30 de mayo. Los puntos de la reivindica­ción incluían: defensa del sábado inglés; contra la represión; defensa del régimen previsiona­l; medidas contra el alza del costo de vida; discusión de los convenios de trabajo.

El Ejército entró a la ciudad poco después de las cinco de la tarde y, luego de atravesar numerosas barricadas, ocupó el casco céntrico al anochecer. Los últimos focos de resistenci­a fueron en el Barrio Clínicas

La represión. El 30 de mayo el país se paraliza totalmente. Solo algunos pocos sindicatos del sector denominado “participac­ionista”, que no desean

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CEDOC PERFIL GREMIOS. Dialoguist­as con Onganía.
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PUÑO EN ALTO. Tosco fue condenado a tres años de prisión.

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