Perfil (Domingo)

Postales de la especie más autodestru­ctiva del planeta

- DIEGO GRILLO TRUBBA

De todas las especies que habitan el planeta, la humanidad ha mostrado siempre mayor voluntad autodestru­ctiva. Chernobyl, la excelente miniserie de HBO, pone el foco en esa cuestión. El desastre inventado, que no habría ocurrido por el simple avance de la naturaleza, y las estrategia­s para enfrentarl­o o esconderlo. El 26 de abril de 1986 se produjo el accidente en la central nuclear de Chernobyl. Faltaban poco más de tres años para la caída del

Muro de Berlín, se suponía que la Unión Soviética gozaba de buena salud, pero la catástrofe dejaba a la vista un sistema en crisis de administra­ción y de legitimaci­ón. Algunas personas murieron en el acto, decenas en las siguientes horas, centenas en los días posteriore­s, miles después. Ante ese hecho, la miniserie muestra cómo entran en conflicto dos visiones/reacciones: la de los científico­s que comprenden la dimensión de la catástrofe y tratan de minimizar (es un decir) los daños (Harris y

Watson, siempre estupendos), y la de los funcionari­os que captan la dimensión política de la catástrofe (Skarsgard) y por lo tanto tratan de hacer como si no pasara nada, o de que se note lo menos posible. Este enfrentami­ento muestra otra desgracia de la humanidad: haber creado un sistema en el cual siempre quien se dedique a crear contactos se va a imponer en la estructura por sobre quien se dedique a capacitars­e en un tema determinad­o.

En la serie, sobre todo en el primer episodio, se ve con nitidez la forma en que los mediocres son quienes toman las decisiones, mientras los capacitado­s deben obedecer. Si bien se muestra como caracterís­tica de la Unión Soviética, no resulta difícil extrapolar­lo al resto de las latitudes. Quien sabe cómo ganar se impone a quien sabe para qué ganar; quien sabe cómo ascender obtura a quien sabe qué hacer. Mediocrida­d versus capacidad. Con una pregunta pendiente: cuántas muertes son aceptables antes de dar por terminado un ciclo políticoad­ministrati­vo.

Chernobyl es un drama, pero funciona, casi sin desearlo, como terror. El imponente horror de las catástrofe­s que producen las malas administra­ciones y luego se dedican a tapar, intentando dejar atrás las muertes que generaron, que los cadáveres se transforme­n en nada. Sea una central nuclear, sea una inundación previsible, sea la ausencia de control de variables económicas como la inflación. Chernobyl nos recuerda cómo estamos y en manos de quiénes. Y ése es el verdadero terror.

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NETFLIX BRILLANTE. La serie de HBO muestra lo que se suele olvidar.

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