Calma onanista
La imagen es perturbadora y no, exactamente, por lo de las dos jóvenes masturbándose. En el cuadro de Christian Schad Two Girls (1928), lo que compite con los dedos en la vagina de ambas señoritas, pero sobre todo en la que está de frente, es la mirada. Dos puntos equidistantes son el sexo al aire con la mano que busca la zona de placer y los ojos que se desplazan leves hacia abajo y al costado.
El pintor alemán, que había nacido en 1892 y fue el menos conocido del grupo de la Nueva Objetividad, arma una escena íntima en el sentido más extremo del término: la cama deshecha, las muchachas apenas vestidas, la malla de un reloj masculino que se ve, apenas, en la almohada. A ese ambiente sexualmente connotado, la calma onanista, se le sobreimprime ese vistazo desentendido y hasta un poco frío. Por un lado, participa del espíritu liberal y sensual de lo que fue la República de Weimar, pero no puede olvidarse de la guerra.
En 1930, su carrera se detuvo, como si tuviera una fecha de vencimiento. En 1937, el Museo de Arte Moderno mostró tres Schadografías, su propia versión del fotograma, una imagen fotográfica obtenida colocando objetos sobre una superficie sensible y exponiéndolos directamente a la luz. Pero ese mismo año los nazis lo incluyeron en la muestra del Gran Arte Alemán, para contrarrestar al Arte Degenerado, en que estaban la mayoría de sus amigos. No fue por esta obra, claramente. La selección fue cuidadosa y la culpa lo condenó a vivir en la oscuridad, en una suerte de purgatorio moral.