La guerra por el sentido
Cada nuevo libro de Pablo Katchadjian establece con los anteriores una relación doble: continuidad de algunos aspectos, cambios e innovaciones en otros. Una vuelta de tuerca y una reelaboración de lo anterior, ya que recupera temas, climas u objetos, y les aplica nuevas transformaciones. En Tres cuentos espirituales, Katchadjian vuelve a trabajar con estructuras deliberadamente anacrónicas, como la fábula y el cuento tradicional.
Los relatos que lo componen, Informe sobre la muerte del poeta, Menos mal y El santo, por estructura y extensión se ubican entre cuentos largos o nouvelles cortas, en los que pone la peripecia y la deriva narrativa en primer lugar. Este mecanismo lineal –nunca una línea recta– ubica las transformaciones de sus personajes en contextos apenas delineados –o presupuestos– con sutileza, donde se libra una guerra,
o múltiples guerras: hay un estado, o múltiples estados, una autoridad, una ley. Y tres perseguidos: el poeta, un esclavo y el santo; tres lugares comunes de la espiritualidad.
En el prólogo, el autor señala su interés por el término “espirituales”, en tanto palabra que perdió su sentido fuerte tradicional y el actual, banal. La escritura, señala, se sitúa entre los dos sentidos de lo espiritual: lo místico (“de afuera hacia adentro”) y lo mesiánico (“de adentro hacia afuera”). En esa tensión, doble movimiento inmóvil, ambivalente, “es la ventana por la que entran los espíritus”, concluye Katchadjian.
Si hay una cuestión que atraviesa todo el libro, es como enfrentar el dilema que presenta la ley: obedecerla o abandonarla. ¿Será condición de posibilidad de lo espiritual salvar este dilema? ¿O es al revés, es lo espiritual lo que permite trascenderla, evitar el castigo y el sometimiento? A lo espiritual no se accede con la denuncia o el testimonio, tampoco la simple ironía –aunque en El santo abundan las ironías acerca del sistema literario, los críticos, el sistema de premios y castigos–, sino con la imaginación, la guerra por el sentido y la frase disruptiva para trascender o diferir el sistema del juicio.