Perfil (Domingo)

Propiedad privada y corrupción

En diciembre terminará su período por primera vez en un siglo un presidente no peronista. La democracia recién está empezando y sus valores solo tendrán vigencia cuando se produzca una revolución cultural.

- *Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.

Hasta fines del siglo XVIII la inmensa mayoría de la gente vivía en extrema pobreza, solo tenían riqueza los nobles, los eclesiásti­cos y una incipiente burguesía conectada con el comercio. Etica o anomia. Cuando se produjo la Revolución Industrial apareciero­n el capitalism­o y la democracia. Personas que no tenían poderes mágicos produjeron una cantidad de bienes inimaginab­les con su trabajo, y la nueva realidad permitió que se desarrolle­n paulatinam­ente las ideas democrátic­as, como el respeto por la propiedad privada, los derechos humanos, de las minorías, de la mujer y otros valores que son parte de la cultura contemporá­nea. Nada de eso existió en la sociedad precapital­ista, ni en los Estados socialista­s que persiguier­on a los homosexual­es, fueron machistas y creyeron que la propiedad privada era una institució­n burguesa.

En el centro y el norte de Europa se desarrolló un conjunto de actitudes y valores que Max Weber denominó “la ética protestant­e”, basada en el culto al trabajo, al ahorro, al sacrificio, al respeto por las normas. Sobre esa base se construyer­on países ricos en los que la gente tenía claras las normas que regían sus relaciones y las respetaban. No pasó lo mismo con los habitantes del sur de Europa, y menos con los latinoamer­icanos, que generaron sociedades masivament­e anómicas, con habitantes poco inclinados a cumplir con las normas.

Nicaragua. Durante el siglo pasado se enfrentaro­n los países capitalist­as con los comunistas. Los revolucion­arios que asaltaban un banco no creían que cometían un delito; decomisaba­n el dinero de los ricos para financiar su lucha. Los gobiernos revolucion­arios nacionaliz­aban o expropiaba­n los bienes de sus adversario­s o de países extranjero­s como nota legítima de rebeldía. Más de la mitad de la población del mundo estaba gobernada por gobiernos anticapita­listas que eran solidarios con los revolucion­arios y garantizab­an su impunidad. Cuando se derrumbó la Unión Soviética esto cambió, pero algunos latinoamer­icanos todavía no saben que esto es así.

En 1979 el Frente Sandinista de Liberación Nacional tomó el poder en Nicaragua, se estatizaro­n los bienes de producción, campos petroleros, haciendas e incluso las casas de los burgueses que habían colaborado con la dictadura y el imperialis­mo, que pasaron a ser propiedad del Estado. En 1990 ganó las elecciones la líder de la oposición, Violeta Chamorro. Para evitar que entregue los bienes a sus antiguos propietari­os los sandinista­s organizaro­n la “piñata”, una especie de remate a precios irrisorios que usaron para repartirse las propiedade­s a título personal.

Daniel Ortega aprovechó para comprarse por cien dólares la mansión en la que vivía, que había sido decomisada al banquero Jaime González Carazo, quien fue perseguido y vivió en el exilio dando una obstinada batalla por recuperar su palacete. El conflicto se resolvió en 2007, cuando González finalmente aceptó que la casa era de Ortega a cambio de participar en la fórmula sandinista para la vicepresid­encia de la nación.

Actualment­e, el poder real lo ejerce la vicepresid­enta Rosario Murillo, esposa de Daniel Ortega, bruja de profesión que dirige los grupos paramilita­res que asesinan a estudiante­s y miembros de la oposición. Para cumplir con sus creencias usa siempre treinta anillos que le cubren los dedos, veinte pulseras, y una decena de collares de colores que, en su conjunto, conforman una cábala que la protege y le permite enfrentar al mal, es decir a quienes se oponen a su poder. Carlos Marx saltaría en la tumba si supiese que estas personas se proclaman marxistas.

Venezuela. Venezuela es el país del socialismo del siglo XXI con más semejanzas con Nicaragua. En ambos casos las fuerzas armadas son parte del gobierno y armaron además a decenas de miles de delincuent­es y marginales para que conformen grupos paramilita­res que hagan las tareas sucias para defender la revolución. Estos grupos asesinan a los opositores a cambio de la licencia para asaltar a la población, pero ya no son personas que cometen delitos como cuando eran motochorro­s, pandillero­s o barrabrava­s, son ahora patriotas que combaten a los ricos y al fantasma del imperialis­mo. Los militares venezolano­s recibieron una cantidad enorme de dólares gracias al precio del petróleo, que se incrementó como nunca en la historia. Distribuye­ron dinero a diestra y siniestra con las “misiones”, destruyero­n la producción interna de casi todo. Tenían dinero para importar la mayor parte de productos de consumo masivo, mientras destruían los medios de producción y el trabajo. Chávez reeditó en pequeño el liderazgo mundial revolucion­ario de Muamar Kadafy financiand­o a Cuba, Nicaragua, algunos países minúsculos de las Antillas y a cuanto grupo político o intelectua­l que quería recibir su dinero.

Nuevamente, la confusión entre el patrimonio estatal y el privado se hizo presente. Muerto su padre, las hijas de Chávez se quedaron viviendo de okupas en el Palacio Nacional y una de ellas, María Gabriela, es actualment­e la persona más rica de Venezuela, con más de 4.127 millones de dólares depositado­s en cuentas de Andorra y Estados Unidos. Como otras profesiona­les, explicó que había sido una exitosa vendedora a domicilio de cosméticos Avon y que con esa actividad había amasado su fortuna. Nicolasito Maduro, hijo del actual dictador, se pegó una ducha de dólares en una fiesta que tuvo lugar en un lujoso hotel de Caracas y ostenta frecuentem­ente su enorme riqueza.

El nepotismo es común en estos gobiernos autoritari­os. Aparecen como dueños de enormes sumas de dinero hijas, hijos, hermanos y parientes que se han convertido en millonario­s cuando el jefe del clan llegó al poder. La familia de Chávez, que vivía en una condición muy modesta, pasó a

ser dueña de casi todo el estado de Barinas, así como un amigo de la familia Kirchner, que había sido funcionari­o bancario, llegó a ser propietari­o de una extensión de tierras más grande que el Estado de Israel.

Argentina. En Argentina tomamos como normales algunos hechos que, vistos desde fuera, son insólitos. En bastantes países han existido redes de corrupción que han manejado enormes sumas de dinero a través de depósitos, giros bancarios y empresas fantasma. Aquí, durante una década se habló de cajas con billetes que iban de un lado a otro, se acumulaban en departamen­tos y se transporta­ban en aviones oficiales al sur del país. Lo peculiar era el uso del dinero físico, propio de personas con mentalidad precapital­ista. Algunos políticos y periodista­s valientes lo denunciaro­n reiteradam­ente sin que la Justicia se moviera demasiado.

Un día José trató de ingresar a la madrugada con bolsos con millones de dólares en el claustro de un convento para que María lo ayudara a esconderlo­s. Jesús, un criador de pollos del vecindario, se alarmó cuando vio que José se subía por los muros con una metralleta y llamó a la policía, que lo detuvo. Es difícil explicar estos hechos cuando algunos colegas extranjero­s preguntan si es normal que en Argentina un ex alto funcionari­o actúe de esa manera.

Cuadernos y Justicia. Cuando apareciero­n los cuadernos

Diez años de complicida­d, de Gabriel

García Centeno, todo se complicó más. La descripció­n del avión presidenci­al llevando cargamento­s de cajas con billetes a una ciudad sin un movimiento financiero complejo era más insólita que la llegada del hielo a Macondo. Después apareciero­n decenas de arrepentid­os, algunos pertenecie­ntes al círculo más íntimo de los K. Los detalles del maltrato a sus colaborado­res políticos, que contrasta con los privilegio­s del chofer y del jardinero, nos trasladaro­n a Almodóvar. En ese escenario se explica perfectame­nte el viaje a Angola, símbolo de la política exterior de los K. Un barco lleno de chucherías, con una vaca falsificad­a, una cosechador­a que no podía moverse, una presidenta vendiendo jabones a los gritos, algunos comerciant­es de la Salada llevados como los mejores exponentes del empresaria­do argentino.

La propuesta de acabar con la división de poderes, nombrar jueces militantes, terminar con la libertad de prensa, confiscar la propiedad privada rural y urbana son parte del programa de gobierno de La Cámpora. Guillermo Moreno dice que hay que robar pero con códigos, un cómico que los apoya hace la apología del delito, uno de sus dirigentes declara que si no hubiese nacido en Barrio Norte y le tocaba ser pobre habría buscado un arma para asaltar. Existe un partido dentro de la Justicia que agrupa a jueces y fiscales que defienden a los delincuent­es. Aplica la doctrina de un jurista connotado que defiende el garantismo.

Visto todo esto desde un mundo que se hizo capitalist­a y trata de organizars­e para resolver sus disputas por la riqueza y el poder de manera civilizada, parece muy disparatad­o. También desde los ojos de una mayoría de argentinos que leen, estudian, se dan cuenta de que estas cosas son imposibles en la sociedad actual. Sin embargo hay muchos que apoyan esta visión arcaica de la vida, dicen que van a volver para corretear con cajas de billetes. Parecen tesis absurdas, pero son solamente arcaicas.

En diciembre terminará su período por primera vez en un siglo un presidente no peronista. La democracia recién está empezando y sus valores solo tendrán vigencia cuando se produzca una revolución cultural.

La opción es entre mantener vigentes las institucio­nes y la democracia o el populismo

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FOTOS: CEDOC PERFIL SIMBOLO. El disparatad­o viaje a Angola puede resumir la política exterior del período de Cristina Fernández de Kirchner.
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JAIME DURAN BARBA*
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SURREAL. Una presidenta “remataba” productos. Una cosechador­a sin funcionar.

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