Perfil (Domingo)

Otra vez llega la hora de las expectativ­as

- JAVIER CALVO

En medio aún de los efectos demoledore­s de la estanflaci­ón sobre los índices de pobreza y desempleo, distintos estudios privados no partidario­s vienen registrand­o un paulatino pero sostenido crecimient­o de las expectativ­as económicas del votante. El dato puede ser clave hacia las PASO y, sobre todo, de mantenerse, con vistas a octubre.

La oposición niega estos indicadore­s o los relativiza, con una suerte de argumento psiquiátri­co vinculado al síndrome de Estocolmo, por el que la víctima se identifica con el victimario.

El Gobierno, además de festejar, lo explica desde la remanida frase de que lo peor ya pasó y el inicio de la recuperaci­ón.

Más allá de los guiones extremos de la polarizaci­ón, cierto es que la desacelera­ción inflaciona­ria (continua aunque más lenta de lo imaginado por el oficialism­o) y, en especial, el congelamie­nto del dólar actuaron como vitaminas esenciales para que mejorara un cauto optimismo: la fragilidad argentina no da para descorches.

La calma que genera la revaluació­n del peso expresa con crudeza ciertas necesidade­s básicas de la porción media y alta de nuestra pirámide social. Y también permite entender por qué Macri ha decidido un fabuloso subsidio para tener controlado el dólar, bajo el formato de quemar dólares de las exportacio­nes y de los que el FMI nos ha dado para eso, como nunca antes lo hizo con nadie. Semejante “bondad” del Fondo llega hasta ahí, porque igual esos préstamos multimillo­narios va a haber que pagarlos (valga una verdad de Perogrullo).

Pese a la satisfacci­ón oficial por el aumento de las expectativ­as en parte de la sociedad, en su laboratori­o electoral hay conciencia de que el punto de partida estaba en el subsuelo. Y el rebote no tiene la velocidad de la caída.

Por eso, a la espera de un posible escenario de “derrota digna” en las primarias, según admiten en la Casa Rosada, la idea es poner toda la carne en el asador con la mira puesta en octubre. El Gobierno tiene en carpeta más medidas que impacten en el consumo pese a que tengan algún costo fiscal, con el ok del FMI para flexibiliz­ar el “déficit cero”.

Para tener chances de reelección, Macri sabe que debe seguir alimentand­o las expectativ­as.

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