Perfil (Domingo)

Tensa tregua del vidalismo con el titular de la Corte bonaerense

Tras arremeter contra De Lázzari, que denunció causas armadas, ambos sectores le bajaron el tono hasta después de las elecciones.

- ANDRES FIDANZA

Después de haberle mostrado los dientes, el vidalismo apuesta a cerrar la pulseada con el presidente de la Corte Suprema bonaerense. Cerca del juez Eduardo de Lázzari también buscan bajarle intensidad a la pelea. Por lo menos hasta después de las elecciones, en una suerte de tregua similar a la que pactó la Casa Rosada con la Corte Suprema nacional. Tal intento por diluir el conflicto no significa que De Lázzari haya cambiado de opinión.

“Ya estamos en otra sintonía. Queremos despolitiz­ar el asunto”, afirma un dirigente cercano a la gobernador­a. En la Corte bonaerense también pretenden retomar su habitual perfil bajo.

De origen peronista, aunque sin una referencia política identifica­ble, el jefe de los supremos bonaerense­s tiene una mirada crítica sobre la gestión macrista. Y algo más: percibe que existen causas armadas, presiones y hasta operacione­s de los servicios de inteligenc­ia. El D’Alessiogat­e es uno de los ejemplos señalados por el supremo. Según De Lázzari, esa lógica extorsiva y mediática empezó a contagiars­e hacia el sistema judicial bonaerense. El juez ensayó una defensa indirecta del trabajo de Alejo Ramos Padilla y metió el dedo en la llaga de Comodoro Py, el tribunal porteño que investiga a los funcionari­os nacionales vigentes y pasados.

“Si el presidente de la Corte cree que hay causas armadas o persecucio­nes, está obligado a denunciarl­o”, le retrucó Vidal el domingo pasado. También el ministro Germán Garavano y el procurador provincial Julio Conte Grand lo cuestionar­on.

¿A qué se refería Vidal? A las declaracio­nes que el juez había hecho el 28 de junio, ante unos cien magistrado­s bonaerense­s en Campana. Fue durante un encuentro de la Red de Jueces Penales. De Lázzari dio un largo discurso, en el que repasó conceptual­mente varios temas: alentó incluir perspectiv­a de género en los fallos; describió la reforma del Código Penal impulsada por el oficialism­o (recomendó evitar “tanto el exceso punitivist­a como una permisivid­ad”); se lamentó por la “superpobla­ción carcelaria” y las “vulneracio­nes de los derechos humanos” de los presos; y planteó sus dudas respecto del proyecto de régimen penal juvenil, en particular frente a la baja de la imputabili­dad a los 15 años. Se preguntó con tono crítico si “esa disminució­n en la edad de punibilida­d ha demostrado eficacia en materia de seguridad”, y “cuál es la proporción de la delincuenc­ia juvenil en relación al total de delitos que se cometen”. Y sugirió que podía acarrear “una posición regresiva en materia de derechos”.

Sobre el final, llegó la parte políticame­nte más picante. Denunció “causas armadas artificial­mente”, “abusos de

De origen peronista, De Lázzari tiene una mirada crítica de la gestión macrista

testigos de identidad reservada, de arrepentid­os, de factores de presión que inducen, fomentados y fogoneados por ciertos medios de prensa, a dictar condenas mediáticas y que llevan a un panorama sinceramen­te deplorable, donde conviven influyente­s de todo tipo, espías, traficante­s de escuchas telefónica­s, con ciertas complicida­des de algunos magistrado­s y miembros del Ministerio Público”.

Si bien inicialmen­te sus dichos no saltaron el cerco del ámbito judicial bonaerense, el kirchneris­mo se encargó de difundirlo­s. Cuando Cristina Kirchner tuiteó el audio del speech, el 12 de julio pasado, el impacto ya fue irrefrenab­le. Se armó una bola de nieve que excedió la intención inicial del propio De Lázzari.

Ex procurador general y ministro de la Corte desde 1997, a donde llegó con el apoyo del ex gobernador Eduardo Duhalde, ahora De Lázzari coincide en algo con el vidalismo: la necesidad de bajar la espuma del choque. La inminencia de las elecciones induce a archivar las diferencia­s, al menos hasta dentro de unos meses.

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NA DE LAZZARI. Cuestionó con dureza al sistema judicial provincial.

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