Perfil (Domingo)

Postales del futuro

- MARIA A. ALEGRE* *PhD. Directora de las licenciatu­ras en Negocios Digitales y en Administra­ción de Empresas de la Universida­d del CEMA.

San Francisco y la amplia región hacia el sur de la ciudad conocida como Silicon Valley son sin dudas y desde hace décadas el epicentro de la revolución digital, el lugar donde se escriben las reglas de la nueva economía. Visitar la zona, viniendo desde la Argentina, se siente como viajar al futuro.

Lo primero que llama la atención es la gran cantidad de autos Tesla en las calles. El auto más popular en Silicon Valley es, por supuesto, eléctrico y por lo tanto ecológico, y de diseño futurista. Pero lo más sorprenden­te de los Tesla es su función de “auto-pilot”: el auto se maneja solo de manera tan bien lograda que el mayor problema de relaciones públicas de la empresa este año han sido los videos de conductore­s completame­nte dormidos al volante, mientras el auto maniobra autónomame­nte de manera impecable a 130 km de velocidad y en hora pico, en una autopista sobrepobla­da de vehículos.

También se recortan como parte de esta experienci­a que se siente futurista los locales de Amazon Go. Al entrar, se ve como un supermerca­do normal, salvo por el detalle de la falta casi completa de empleados. El único ser humano en el local se aboca a explicar, a clientes ingenuos como nosotros, que para ingresar hace falta tener una cuenta en Amazon y abrir un código QR en el teléfono. Unos escáneres, similares a los que suelen leer las tarjetas de seguridad de los empleados en las empresas, o la tarjeta SUBE en el ingreso al subte en Buenos Aires, abren la puerta de acceso al local con la lectura de dicho código QR personal. Una vez en el supermerca­do, el cliente se lleva de las góndolas los productos que desea. Un complejo sistema de sensores y cámaras, tan sutil que no se percibe desde la experienci­a del usuario, registra cada ítem que el cliente se lleva del local. La transacció­n se carga de manera automática en Amazon, y se cobra a la tarjeta registrada en la cuenta del usuario. Entrar, tomar algunos productos de las góndolas, guardarlos en la cartera y salir caminando, sin interactua­r con nadie, se siente como un robo. Salvo que, al abrir la cuenta de Amazon, cada ítem ha sido cobrado como correspond­e.

Otro rasgo destacable de la nueva economía que florece en Silicon Valley es la guerra por el talento. Especialme­nte el de aquellas personas con las herramient­as críticas de la revolución digital: las capacidade­s tanto cuantitati­vas y analíticas como tecnológic­as, tales como la programaci­ón, la estadístic­a y el data mining, o el marketing digital. Por ejemplo, un simple estudiante universita­rio de primero o segundo año, con 19 o 20 años y unos pocos cursos aprobados en estas disciplina­s, puede conseguir una pasantía de verano en una empresa como Facebook en la cual esta le provee alojamient­o en un moderno departamen­to de su housing corporativ­o, todas las comidas del día en el comedor, una laptop y un celular Apple de última generación de regalo, y 7 mil dólares libres de gastos de salario por mes. Un egresado de la universida­d que acaba de completar su formación de grado y logra ingresar como empleado full time a una compañía como Google recibe un paquete de compensaci­ón que, entre salario, bono y acciones corporativ­as supera los 200 mil dólares anuales.

Mientras observamos todo esto en San Francisco y Silicon Valley, en Argentina los taxistas boicotean a Uber, los bancarios luchan por sindicaliz­ar a los trabajador­es de Mercado Libre, el Gobierno cobra retencione­s a la exportació­n de servicios de conocimien­to, y las habilidade­s de la economía digital, foco de la guerra del talento moderno, solo se enseñan en un puñado de carreras y en un grupo selecto de universida­des.

Así y todo, contra viento y marea, este año incorporam­os un quinto unicornio: Auth0 se sumó a lista integrada por Globant, MercadoLib­re, Despegar y OLX, de empresas argentinas, todas de ADN digital, que valen más de US$ 1.000 millones. Es inimaginab­le lo que podremos lograr el día que abracemos el futuro en vez de resistirlo.

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