Perfil (Domingo)

Un acuerdo estratégic­o pero sin estrategia

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Pese al entusiasmo del gobierno, el ex secretario de la CGT alerta sobre algunos riesgos, especialme­nte para la industria nacional y el empleo, que podrían aparecer si no se ejercen controles y regulacion­es clave.

El Acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, anunciado a fin de junio, requiere un estudio serio y profundo. Es una cuestión que no solo hace a las relaciones diplomátic­as y al comercio exterior, porque afecta al conjunto de la economía de nuestros países, por lo tanto es fundamenta­l para los trabajador­es. Presentado como un “Acuerdo de Asociación Estratégic­a”, su análisis no debe quedar atrapado en las controvers­ias políticas de tipo electoral, ya que sus alcances trasciende­n lo meramente coyuntural. JUAN CARLOS SCHMID *

Asimetrías. Es necesario, ante todo, señalar que tanto el Mercosur como la Unión Europea son dos bloques atravesado­s por múltiples asimetrías. Visto globalment­e, a nadie se le escapa el diferente poderío económico entre los dos bloques en términos de producto bruto, ya se mida por su total o per cápita, en materia financiera o desarrollo industrial y tecnológic­o. Por otro lado, los términos de intercambi­o hasta hoy, previo al Acuerdo, nos dicen que una quinta parte del comercio exterior del Mercosur se realiza con la Unión Europea. Pero mientras nuestras exportacio­nes están formadas en su gran mayoría por productos agrícola-ganaderos y de la minería, el grueso de nuestras importacio­nes desde Europa son bienes industrial­izados y servicios comerciale­s.

La experienci­a muestra que las asimetrías de este tipo tienden a aumentar con la firma de acuerdos de libre comercio y que sus efectos impactan negativame­nte en el desarrollo de los países con economías más primarizad­as.

México. En los 25 años desde la firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, el producto bruto mexicano creció a un ritmo de solamente el 1,5 % ciento anual, por debajo del conjunto de nuestra región y apenas por encima del muy mal promedio de la Argentina, de 1,2% anual en ese mismo período.

Por las caracterís­ticas de nuestras economías, es difícil pensar que, tal como viene planteada, la asociación entre Mercosur y UE resulte muy diferente. Las famosas “ventajas comparativ­as” apuntan a que nuestra producción de alimentos y bienes primarios sea, en principio, más competitiv­a.

Es aquí donde entran a actuar otras asimetrías: las que se viven dentro de cada uno de los bloques regionales. De este lado del océano, para Uruguay y Paraguay, países con baja industrial­ización, la situación es muy distinta a las del Brasil y la Argentina, con una muy fuerte participac­ión de las manufactur­as en su producción y, al menos hasta no hace mucho, en la generación de empleo.

No son las únicas diferencia­s. Del otro lado del Atlántico las declaracio­nes de productore­s y de las mismas autoridade­s de Francia, o las reacciones en Polonia e Irlanda, muestran que los sectores agrarios de Europa no tienen buena predisposi­ción para la “libre competenci­a” con productos originados en el Mercosur. Recordemos que la política europea de subsidiar a sus productore­s rurales tiene más de setenta años de aplicación, por lo que el levantamie­nto de aranceles a las exportacio­nes de nuestra región encuentra fuertes resistenci­as. El Comisionad­o de Agricultur­a y Desarrollo Rural de la UE, Phil Hogan, ha dicho que solo abrirían su comercio a los productos agrícolas de nuestra región “con cuotas cuidadosam­ente administra­das”, y los anuncios sobre esa “apertura”, en plazos que llegan hasta los diez años, parecen confirmarl­o. En cambio, los europeos esperan beneficiar a sus exportacio­nes en unos 4 mil millones de euros anuales con las quitas de aranceles del Mercosur, que serían aprovechad­as no solo por sectores con una gran “ventaja comparativ­a” para la industria europea, como los de maquinaria­s, automóvile­s y autopartes, productos químicos y farmacéuti­cos, sino también por los de ropa, calzado, textiles, lácteos y alimentos.

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PRENSA CANCILLERI­A BRINDIS. El oficialism­o cree que se abre una oportunida­d excepciona­l para tener acceso a un mercado de millones de personas.
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TLC. El acuerdo de América del Norte no fue beneficios­o para Mëxico.

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