Tres días en la vida
Esta bruma insensata
Autor: Enrique Vila-Matas Género: novela Otras obras del autor: Perder teorías; Aire de Dylan; Kassel no invita a la lógica; Marienbad eléctrico; Mac y su contratiempo; Dublinesca; Dietario voluble; Doctor Pasavento; Hijos sin hijos Editorial: Seix Barral, $ 760
Qué escritor no lo sintió al ponerse a escribir: “Por un lado, hay rechazo y radical renuncia; por el otro, fe y felicidad”. Estas palabras del narrador de la última novela de Enrique VilaMatas (Barcelona, 1948) marcan el sentido de esta historia conceptual –una más– que se suma a su destacada obra.
Desde una casa al borde de un acantilado (simbolismo que no escapa a la subsistencia de la literatura), Simon Schneider ha ido –gracias a su aporte, pues trabaja de proveedor de citas literarias– forjando la exitosa obra de su hermano menor, una especie de J.D. Salinger barcelonés, puesto que se oculta del mundo, y un avatar de Thomas Pynchon debido a la índole de sus temas y a la paranoia que comparten.
En busca de una cita que se le escapa, Simon emprende un paseo que durará tres días, hasta el reencuentro con su hermano, con quien entablará un ingenioso duelo verbal que no
es más (ni menos) que un diálogo de Vila-Matas consigo mismo, o con esas dos formas de entender la literatura. La tensión de esa duda (“el tema de fondo de sus libros es si seguir o no seguir, una oscilación entre dos conciencias: la que desea tener fe en la escritura y la que preferiría inclinarse por el desprecio y la radical renuncia”) va construyendo la obra de Gran Bros (como se hace llamar su hermano) y también la del autor.
Como en Mac y su contratiempo, se reitera la convicción de que no hay escritor que no se repita, ya que toda obra gira sobre un círculo cerrado de repeticiones obsesivas. El tema es cómo relacionarlas en un tejido intertextual. Así, al volver a reflexionar sobre ello, esta novela cobra, también, el aspecto de un ensayo.
Si leer a Pynchon suele resultar hipnótico, otro tanto lo es sumergirse en la escritura de Vila-Matas. Y si los personajes del primero suelen estar relacionados con la luz, aquí lo están con la bruma, y la paranoia se desplaza de la dominación del capitalismo a la dudosa independencia de Catalunya, telón de fondo de esos tres días. Una bruma, por otra parte, que oculta la realidad y que el autor se empeña, como reza el epígrafe de Raymond Queneau, en esclarecer.