Todo y nada en juego
Pocas veces un texto periodístico tiene más breve vigencia que el que se escribe como previo a una elección. Peor con la anacrónica veda a los medios. Aun con esas limitaciones, más las propias, es posible describir que estamos frente a una elección primaria inédita, en la que nada está en juego concretamente y sin embargo sus resultados pueden definir el clima político, financiero y económico del país.
Estas PASO, por decisión de los principales frentes competidores, no disputan candidaturas internas en los cargos principales, sean ejecutivos o legislativos, salvo excepciones sin alcance nacional. Hay que esperar a octubre para ver cómo será la composición del próximo Congreso Nacional y quiénes gobernarán la provincia de Buenos Aires, la Ciudad y la Nación, aunque en los dos últimos casos existe la posibilidad de llegar al ballottage.
Dicho de otro modo, según esa lógica materialista, estos comicios no tendrían más importancia que la de ser una megaencuesta para saber dónde estamos parados hacia la cita definitiva de dentro de dos meses y medio. Nada que importe mucho.
Error. De las paridades y diferencias resultantes dependerá lo que nos espera. Y no en octubre, sino desde el misqué mo día después de hoy. Para quien crea que es una especulación exagerada, ahí están los movimientos superpositivos del viernes 9 en los mercados de bonos, acciones y riesgo país, tras la conveniente circulación de sondeos reservados que otorgan una supuesta paridad entre los contendientes principales a la presidencia.
Quien haya llegado hasta acá con la lectura podrá responder mejor estos interrogantes: ¿da lo mismo si en las PASO gana Macri o Fernández? ¿O que haya empate técnico? ¿O que Fernández le saque entre 3 y 5 puntos que entre 8 y 10? Háganse las mismas preguntas respecto a la contienda Vidal-Kicillof por la gobernación bonaerense. Y en cada una de las respuestas se encontrará por estamos ante una elección clave.
Hay que decir que, más allá de los resultados, siempre el mayor margen de maniobra hacia los comicios “de verdad” lo tiene la fuerza que ejerce la administración del Estado. En este caso, Juntos por el Cambio. Y, de acuerdo a los resultados, apelarán a los instrumentos que crean necesarios (y que tienen en carpeta) para llegar en mejores condiciones a octubre.
La oposición, en cambio, tiene menos posibilidades de torcer el rumbo, tanto como más capacidad para la promesa de dudoso cumplimiento al no ejercer el poder, una adhesión a rajatabla al clásico Teorema de Baglini.
Por eso, aunque parezca que no hay nada en juego, todo se pone en juego.