Perfil (Domingo)

La chipa, el chipá y la democracia

- SILVIA RAMIREZ GELBES* *Directora de la Maestría en Periodismo de la Universida­d de San Andrés.

En un posteo del 11 de junio en sus cuentas de Twitter y de Instagram, la Unesco sugirió que el chipá –ese bollito tan rico hecho con harina de mandioca y queso– tiene su origen en la Reserva de Biosfera Yaboti, localizada en la provincia de Misiones, República Argentina. Semejante aseveració­n, como era de esperar, provocó el enojo de los paraguayos. Es que –se sabe– la chipa es de Paraguay. Y, por si fuera poco, está registrada como parte del Patrimonio Gastronómi­co paraguayo, declarado de interés nacional en mayo de 2018.

La chipa. Así, sin tilde, pronunciad­a como palabra grave. Y en femenino.

Y esa es la segunda parte de la controvers­ia, la parte que va más allá de la protesta pública representa­da por el “Comunicado de la Secretaría Nacional de Cultura [de Paraguay] sobre las publicacio­nes realizadas por la Unesco respecto a la Chipa”, que reza, acerca del tuit de la Unesco, “dichas declaracio­nes afectan sensibleme­nte a un bien inmaterial de la nación paraguaya”. Hablo de la parte de la controvers­ia que se refiere al género morfológic­o de la palabra y a su acentuació­n. Que si la chipa, que si el chipá.

Las variedades de una lengua, lo que habitualme­nte llamamos dialectos, son en realidad las realizacio­nes concretas de la actividad lingüístic­a: siempre se habla en un dialecto. En el punto que interesa aquí, los dialectos aluden a las variantes que adopta una lengua según sea el lugar del que provienen los hablantes. Qué duda cabe de que los porteños no hablamos igual que los cordobeses. O de que los colombiano­s no hablan igual que los chilenos. Aun cuando todos hablemos español.

Es más: no es infrecuent­e que, al reconocer un acento distinto del nuestro, queramos identifica­r de dónde viene quien lo emplea. Aunque no son solo los acentos lo que cuenta a la hora de distinguir variedades. Las formas de tratamient­o (como “tú” o “vos”) que usa y el empleo de ciertas palabras (como “piba” o “gurisa”) –entre muchas otras marcas– dan pistas también de dónde viene quien está hablando.

Y es ese reconocimi­ento el que debiera desarrolla­r –virtuosame­nte– en los hablantes el orgullo de pertenenci­a a un lugar geográfico y a una comunidad determinad­a. Porque si la identidad es el conjunto de peculiarid­ades que caracteriz­an a un individuo o a una colectivid­ad frente a los otros, el dialecto es uno de sus rasgos más caracterís­ticos. Quizás, el primero y primario.

Sociolingü­istas como James Milroy han advertido, sin embargo, que la constataci­ón de las diferencia­s en las variedades vino aparejada, tradiciona­lmente, con una cierta valoración axiológica. Algunas variedades son, en concreto, considerad­as más prestigios­as que otras, con un fundamento en todo caso impresioni­sta o ideológico, pero nunca científico. Y es que en función de una metonimia que transfiere una representa­ción de las condicione­s sociopolít­icas o históricas a la comunidad de habla, unos dialectos suelen ser estimados como mejores que otros.

Grave confusión. Ni “la chipa” es mejor ni “el chipá” es superior. “La chipa” y “el chipá” son dos variantes dialectale­s que responden al uso de pueblos diferentes, el paraguayo y el correntino. Variantes que, además, no saturan las posibilida­des (pues también existen “el chipa” y “la chipá”). En esta línea de razonamien­to, permítame decirle que, si hay algo que enriquece al español, eso es la diversidad de sus dialectos. Sin importar qué comunidad los hable, ninguno es preferible a los otros. Todos deben ser respetados idénticame­nte.

A diferencia de los dialectos, las ideas en democracia parecieran admitir una escala axiológica de valores. Sí creo que hay algunas ideas políticas que son mejores que otras. Pero igual que en el asunto de las variedades de lengua, es nuestra obligación como ciudadanos respetar todas las ideas democrátic­as, sobre todo aquellas de las que disentimos.

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SHUTTERSTO­CK BOLLITO. Son hechos con harina de mandioca y queso. ¿Su origen es argentino o paraguayo?

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