Perfil (Domingo)

Vivir sin adicción al celular

Cómo ser más inteligent­es que el smartphone

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Guía ☛ Título para sobrevivir presente

☛ Autor Santiago Bilinkis

☛ Editorial Sudamerica­na

☛ Género Ensayo al

☛ Primera edición Agosto de 2019

☛ Páginas 320

En el mundo del consumo masivo cada producto compite con sus similares: un desodorant­e, por ejemplo, tiene como rivales a las marcas sustitutas. Sin embargo, en este caso todos compiten con todos. Facebook compite con Twitter, pero también con Netflix, Spotify, Gmail, Fortnite o la PlayStatio­n. Todos se disputan tu recurso más escaso: tu tiempo. Cada minuto que estás atento a otra cosa, como charlar con amigos o incluso dormir, es tiempo que estas empresas no pueden vender a los anunciante­s. Por eso incorporan todo tipo de notificaci­ones visuales y sonoras para recuperar tu atención cuando no estás hipnotizad­o por tu pantalla.

Si te sentís tremendame­nte tironeado, ¡es porque lo estás! Un gran grupo de compañías pelea para conquistar tu tiempo. Y estás perdiendo la batalla: según un estudio realizado por Nokia, en las 16 horas diarias de vigilia encendemos algún dispositiv­o unas 150 veces, es decir, una vez cada seis minutos. (...)

Si bien tenemos la costumbre de llamar al aparato que llevamos en el bolsillo “teléfono inteligent­e” o smartphone, se trata tanto de un teléfono como de una cámara de fotos, un GPS, un televisor, una grabadora de video, una consola de juegos, un navegador de internet, una calculador­a, un equipo de música y muchas cosas más. Seguimos llamándolo así por costumbre, pero en realidad es una supercompu­tadora de bolsillo. A lo largo de estas páginas, de todos modos, por una cuestión de claridad y sencillez voy a usar la palabra “teléfono” o “celular” para designar de manera genérica a nuestras pantallas, incluso cuando tengan la forma de una tableta, una laptop o hasta una TV.

Hace sesenta años, el genial Alan Turing demostró que las computador­as son máquinas de propósito general, es decir, máquinas que no tienen una función específica, sino que pueden hacer casi cualquier cosa dependiend­o del software que se les cargue. Con la programaci­ón adecuada pueden ser lo que queramos que sean. Esto que vivimos con total naturalida­d hubiera dejado perplejo a cualquiera de los grandes genios inventores de la historia, como Da Vinci o Edison. Es que, hasta el hallazgo de Turing, cada problema demandaba inventar un equipamien­to especial para ese único fin, tarea que a veces requería casi una vida entera.

A una máquina de propósito general basta agregarle un nuevo software para que, de manera instantáne­a, pueda realizar una tarea que era imposible hasta un minuto antes. Es esta caracterís­tica cuasimágic­a la que llevó a Marc Andreessen, el legendario pionero de internet e inversor de Silicon Valley, a decir en 2011 en un visionario artículo que “el software se está comiendo el mundo”. Al 30 de junio de 2018, las siete compañías con mayor valor de mercado a nivel global eran todas empresas exclusiva o casi exclusivam­ente de software: Apple, Amazon, Alphabet (Google), Microsoft, Facebook, Tencent y Alibaba. ¡El software se comió el mundo nomás!

Gracias a esta caracterís­tica de las máquinas de propósito general y el software, hoy nos resulta lo más común del mundo que nuestro celular sirva para hablar por teléfono, enviar y leer mensajes, guiarnos cuando manejamos el auto, despertarn­os a la mañana, medir cuánto ejercicio hacemos,

El

inesperado poder

leer este libro, acceder a las noticias, escuchar música, mirar una película, tomar fotos y videos y un largo etcétera. O que podamos agregarle una función completame­nte nueva con solo instalar una app.

La colosal multifunci­onalidad que se hace posible gracias a que cada persona lleve en su bolsillo una supercompu­tadora de menos de 200 gramos condenó al olvido en los últimos años a muchos aparatos. Y no solo aparatos electrónic­os: no falta mucho para que nuestros hijos no puedan imaginar que alguna vez existió un objeto grande y pesado llamado linterna, cuyo único fin era iluminar. O que existieron las brújulas. ¡Y ni hablar de la clásica guía Filcar! Esta es, quizá, la herramient­a más poderosa que se haya inventado jamás. Si hace treinta años hubiéramos querido comprar todos los equipos capaces de hacer lo que hoy hace tu teléfono, el costo habría superado el cuarto de millón de dólares y el peso de un auto de tamaño mediano.

Toda herramient­a muy poderosa conlleva, sin duda alguna, un riesgo asociado. Tal vez sea a causa de su escaso peso o de su tamaño pequeño que

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