Perfil (Domingo)

Nada nuevo en un documental algo pobre

- DIEGO GRILLO TRUBBA

Prueba de que el tiempo corre demasiado rápido es que hace tan solo unos años decir “Cambridge” implicaba hablar de prestigio académico, y hoy casi es sinónimo de trampa electoral. La misma palabra. Dos usos diferentes. Síntomas de los tiempos.

El documental Nada es privado se centra en lo que ocurrió con la empresa Cambridge Analytica, que utilizando bases de datos de redes sociales (fundamenta­lmente, Facebook) hizo que sus clientes pudieran acercarse a los votantes más plausibles de ser seducidos, ya fuera por técnicas dudosas como bombardear con publicidad, como por otras definitiva­mente fuera de cualquier ética como difundir informació­n falsa. Cabe aclarar, por supuesto, que esos conjuntos de estratagem­as no resultan exclusivos de la navegación por internet. El lector nacional recordará denuncias que se difunden en los medios los días de los comicios y en 24 horas resultan infundadas, o llamados telefónico­s con denuncias falsas acerca de familiares de candidatos. La trampa en lo que a elecciones se refiere, en todas las latitudes, es probableme­nte tan antigua como los comicios. La particular­idad,

ahora, pareciera ser que es la intromisió­n en la intimidad de los votantes.

Nada es privado se centra sobre todo en dos figuras: Brittany Kaiser y David Carroll. Kaiser es una ex ejecutiva de Cambridge Analytica (y también ex integrante del equipo de redes sociales que trabajó en la campaña de Barack Obama), quien no solo cuenta buena parte de las tramoyas que hacían sino que se esfuerza por repetir que está arrepentid­a de todo lo que hizo (aunque no pareciera haber llegado a un grado de arrepentim­iento que la lleve a donar los millones que hizo, y que exhibe, de la mano de la empresa). Carroll es un intelectua­l biempensan­te, que inicia un juicio contra Cambridge Analytica para saber qué hizo con sus datos.

El problema de Nada es privado, más allá de la morosidad del relato, es que sus figuras centrales carecen de interés. Una porque se le adivinan las segundas intencione­s, otro porque habla desde un deber ser que suena a ciencia ficción. Ninguno de ellos agrega elementos de relevancia a lo que ya se sabía sobre el escándalo de Cambridge Analytica, empresa que tuvo como clientes, según afirmaba en su portal, a partidos políticos de todo el mundo. Para los documental­istas, alcanza con poner el foco en el Brexit y en el ascenso de Trump al poder. Para el espectador, quedan demasiados cabos sueltos, como por ejemplo cómo trabajó Cambridge Analytica en países como la Argentina. Hubiera estado bueno, para mirar la paupérrima campaña electoral local con ojos analíticos en vez de depresivos.

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NETFLIX POLEMICA. El film de Netflix se centra en el escándalo político desatado por Cambridge Analytica.

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