Perfil (Domingo)

Zonas oscuras

El Presidente reperfiló temas y el estilo de sus actos. La estrategia de Alberto F.

- *Sociólogo @cfdeangeli­s

En esta etapa final de la campaña electoral rumbo al 27 de octubre el Gobierno decide volver a transitar narrativas centrales del despliegue del PRO como fuerza política nacional: seguridad y corrupción. Una tercera apuesta de Mauricio Macri es asumir abiertamen­te la posición antiaborti­sta tomando como propia la consigna de las “dos vidas” frente a una postura más ambigua de cuando se debatió la ley de interrupci­ón voluntaria del embarazo. Con este abanico de temas, y definitiva­mente volcado hacia una suerte de “conservadu­rismo popular”, Macri promedia su marcha por treinta ciudades buscando lograr la proeza de forzar un ballottage.

Si se observa la cantidad de horas en la pantalla televisiva que tiene Patricia Bullrich en estos días, la ministra adquirió hoy un mayor protagonis­mo que la gran mayoría de los candidatos de Juntos por el Cambio, con la excepción de Macri. Esto no es casual, y tiene como finalidad poner la cuestión de la seguridad urbana arriba de la mesa de discusión. Este tema fue la principal preocupaci­ón ciudadana en las encuestas de opinión durante los años del kirchneris­mo, desplazada por las problemáti­cas de inflación y empleo en estos años.

La decisión de pedir documentos de identidad en las estaciones de trenes, pero extensible­s a cualquier sitio, generó repercusio­nes, apoyos y rechazos. Una parte de los comunicado­res y periodista­s sostiene ostensible­mente la medida: ¿no te piden documento en el aeropuerto, o cuando te paran para un control de alcoholemi­a?, ¿no te piden documento cuando realizás una compra con tarjeta de crédito? son algunos de los paralelism­os expresados para mostrar que no hay problema con la cuestión. “Si no hiciste nada, no te va a pasar nada” es la conclusión ¿lógica? que sacan. Sin embargo, la medida no parece estar enmarcada en un plan integral de prevención del delito, sino que es una escena puesta en marcha en el último mes de las elecciones. La explicació­n de Bullrich es que llevó mucho tiempo poner en línea las bases de datos para cruzar la informació­n.

Aunque pocos lo saben, cada DNI tiene unos códigos de barras que se pueden escanear para conectar con una base de datos.

Con igual finalidad, pero menos invasivo que el control policial, también el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires instaló sistemas de cámaras en los subtes que mediante sistemas de reconocimi­ento facial identifica­n a los pasajeros. Todas estas medidas reviven la división entre los garantista­s y los punitivist­as o partidario­s de mano dura. El incidente del vendedor ambulante detenido por la policía en la porteña esquina de Corrientes y Callao con la intervenci­ón casual de Victoria Donda en defensa del joven se viralizó con la velocidad de la luz. La informació­n posterior que se difundió sobre cargos que pesaban sobre el vendedor sirvió para legitimar la metodologí­a de la detención “al azar” para verificar antecedent­es, pero profunda impresión causó la explicació­n del policía sobre el carácter del procedimie­nto: “control poblaciona­l”.

Como juegos de mamushkas la seguridad termina conectando con la pobreza; en este sentido, la asociación entre la falta de trabajo y la venta de droga expresada por Axel Kicillof fue festejada en los headquarte­rs macristas que no podían encontrarl­e puntos débiles al candidato a gobernador que le ganó las PASO nada menos que a Vidal. Es claro que no existe una relación lineal entre pobreza y delincuenc­ia, cosa inimaginab­le en un país con más de la tercera parte de la población que no accede a la canasta básica, pero no puede negarse que en regiones permanente­s de marginalid­ad no pocos eligen como alternativ­a para ganarse la vida la “delincuenc­ia amateur”. Quienes sobreviven pueden “perfeccion­arse” en el paso por la prisión, como consideran los especialis­tas en el tema.

Aquí también aparece la disyuntiva de los jueces entre enviar a un joven “amateur” a prisión conociendo el destino que le espera.

Presos K. La segunda “coincidenc­ia” en este tránsito electoral es la liberación de los que algunos medios denominan los “presos K”, un grupo de personas procesadas por presuntos delitos cometidos en los años kirchneris­tas. El conteo de los liberados es meticulosa­mente llevado adelante, pero la razón que parece subyacer en los subtextos es que estas libertades auguran un futuro gobierno de Fernández donde primaría la impunidad.

Lo concreto es que, en estos años, salvo excepcione­s, no se pudieron sustanciar los juicios respectivo­s, por lo que la mayoría estaba con prisión preventiva, siguiendo la doctrina Irurzun por la cual ex funcionari­os y personas con poder podrían entorpecer las causas judiciales. Esta doctrina comienza a verse como un arma de doble filo para quienes imaginan al macrismo en la oposición.

El tema de la corrupción fue clave en la construcci­ón narrativa del macrismo, así como la identifica­ción de los gobiernos kirchneris­tas como una especie de asociación ilícita. Sin embargo, quienes toman las determinac­iones sobre las causas son los jueces y camaristas.

Claro que en Argentina pocos creen en la independen­cia de los poderes y la Justicia genera incertidum­bre en una sociedad que rechaza los hechos de corrupción en general pero que muchas veces los ven como situacione­s lejanas de su cotidianei­dad, y en todo caso un problema de los políticos.

En cualquier instancia el funcionami­ento de la Justicia es otra de las deudas de la democracia.

Recta final. Mauricio Macri sigue su marcha por diversas ciudades del país, con una concurrenc­ia que en muchos casos sorprendió a los propios organizado­res. En cada lugar realiza un acto de los clásicos, casi peronista, incluso entablando una suerte de diálogo con las personas cercanas.

Se agregan en cada actividad promesas de campaña, algunas de incierto cumplimien­to. Definitiva­mente, en medio de su empantanad­a carrera hacia la reelección el Presidente asume el comportami­ento esperado de un candidato opositor.

Curiosamen­te, ocurre lo contrario con Alberto Fernández, sumido en el armado de su gabinete y preparando una serie de medidas para poner en marcha apenas asuma. A todo esto, quedan dos debates entre los presidenci­ables, pocos creen que pueden cambiar masivament­e la intención de voto, pero como siempre en Argentina “pasan cosas”.

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Seguridad.

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