■ En el terror diurno
La sequía Autor: J.G. Ballard Género: novela Otras obras del autor: Milenio negro; Crash; El imperio del sol; La isla de hormigón; El mundo de cristal; Compañía de sueños ilimitada; La bondad de las mujeres; Fuga al paraíso; Hola, América Editorial: Fiordo, $ 690 Traducción: Luis Domènech
La sequía parte de una idea sencilla: la falta de lluvias por diez años atenta contra la supervivencia de la humanidad. Ransom, náufrago voluntario, vive en su bote sobre el lago. Apenas en contacto con la naturaleza y los personajes propios de las aguas, visita a veces la ciudad de Hamilton, en la que se respira un aire de amenaza proporcional a la escasez del recurso. De la creciente hostilidad entre pares, está exento en parte gracias a su estado de frugalidad y en otra, porque como su nombre indica en inglés, es el único que siente una responsabilidad de rescate.
En esta distopía, Ballard rompe con la premisa del cuidado del prójimo. Aquí son todos contra todos. En retroceso hacia una época ancestral, los personajes adquieren vicios de culturas extintas: se practica canibalismo, se veneran tótems y deidades acuáticas, se alude al diluvio universal, se peregrina y se caza.
El éxodo hacia la costa, impulsado por la decadencia y la muerte de la naturaleza, genera un nuevo sistema de valores. Unico punto donde el agua perdura, los sobrevivientes se dispersan en comunidades, en el mejor de los casos; en el peor, en sistemas de feudos y monarquías. La divisa de cambio pasa a ser el elemento líquido: quien lo tiene se encuentra en la cima del sistema de clase marítimo, y quien lo desea, en la esclavitud. Resulta difícil extirpar la vida propia del autor y su experiencia en los campos de exterminio de muchas de sus descripciones.
En este constante terror diurno, donde el sol no oculta ni los desperdicios ni los cadáveres, la naturaleza reniega de su progenie y se readapta a la industrialización saturada de una sociedad ciega a las catástrofes ecológicas.