Jessica Lange le pone vida con una actuación admirable
American horror story y Glee le dieron chapa al norteamericano Ryan Murphy para jugarse con esta comedia que oscila entre el melodrama y la sátira y se burla lisa y llanamente, con empecinamiento, de un pichón de candidato a presidente del estudiantado, del sofisticado colegio Santa Bárbara, en California, al que concurren los hijos de millonarios.
Murphy es un creativo entrenado en desmenuzar con cierta crueldad y sin miramientos las relaciones interpersonales, y en este caso el candidato es un joven adoptado por una multimillonaria, que según dice a los siete años soñó con que iba a ser presidente de los Estados Unidos.
Payton Hobart (un convincente Ben Platt) se postula como ideal, dado que él, igual que Reagan, Obama y Clinton, si bien es adoptado, proJessica viene de un hogar humilde. Su madre biológica fue una camarera de un club de desnudistas, aunque hoy vive con sus hermanastros gemelos en una exuberante mansión junto a su madrastra, papel al que Gwyneth Paltrow, coprotagonista y productora ejecutiva de la serie, le aporta todo el esnobismo a su alcance.
Si la familia, el secundario o la universidad reflejan de algún modo las problemáticas de la sociedad toda, acá, temas como las crisis identitarias, sexuales, los conflictos de género, la traición, la manipulación, la venganza y las fake news están a la orden del día.
Uno de los primeros consejos que recibe el candidato es convocar como vice a una persona discapacitada, o con una enfermedad terminal, y así lo hace, aunque luego descubre que ha sido víctima de un engaño. Mientras su competidor, que es su actual amante, un muchacho que en su presentación confiesa al estudiantado que intentó suicidarse, consigue con su acting subir al tope las encuestas, aunque más tarde Hobart incorpora a sus filas a una inescrupulosa afroamericana de género fluido.
Con altibajos en algunos capítulos en que todo parece estancarse y diálogos que por instantes son un derroche de ingenio. La fotografía y la música, que colaboran en subrayar las suspicacias que se suscitan en las apariciones de Lange, en una actuación tan grotesca como admirable; o Bette Middler, que se la disfrutará aún más en la segunda temporada, junto a la ex tenista Martina Navratilova, se llevan los mejores aplausos.
Con un gran guiño a la escena final del film El graduado (1967), queda el interrogante de si la serie, promocionada acá por la pitonisa en política Luciana Salazar, alcanzará con el tiempo la audiencia que cosechó Frank Underwood de House of Cards.