Perfil (Domingo)

APRENDER SIN BRECHAS

Desde hace décadas, las evaluacion­es en nuestro país muestran desigualda­des en los desempeños escolares: las alumnas tienen ventajas significat­ivas en asuntos del lenguaje, mientras que los alumnos se destacan más en cálculos y cuentas. Sin embargo, un nu

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De acuerdo con la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), América Latina tiene una deuda con la igualdad de género en las aulas, sobre todo a la hora de romper estereotip­os asociados al aprendizaj­e por áreas de estudios. Existen, dependiend­o del contexto, grandes diferencia­s en los desempeños de ciertas asignatura­s: los estudiante­s varones tienen ventajas significat­ivas en Matemática, mientras que las estudiante­s mujeres las tienen en Lengua.

Esta realidad no es casual ni accidental, sino que responde al mantenimie­nto de preconcept­os que perpetúan las desigualda­des, tanto para ellas como para ellos. En efecto, a lo largo del tiempo se han conservado prejuicios que establecen que hay asignatura­s y tareas más propicias para las chicas y otras para los chicos.

Si bien en nuestro país aún persiste este panorama de asimetría, un informe reciente desarrolla­do a partir de la evaluación Aprender 2018 da cuenta de una disminució­n en la diferencia histórica en Lengua y Matemática entre alumnas y alumnos de sexto grado. Elaborado por el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología (MECCyT), el relevamien­to busca aportar a la caracteriz­ación de las desigualda­des de acceso a las oportunida­des educativas por medio de un estudio de las brechas de género.

“Este análisis es un nuevo insumo para plantear los desafíos que presenta la inclusión educativa”, explicó la secretaria de Evaluación Educativa de la Nación, Elena Duro. “La informació­n de Aprender analizada en clave de contexto permite visibiliza­r las inequidade­s persistent­es en el sistema educativo, así como avances en materia de derechos. Contar con evidencia sobre las brechas de desigualda­d en los aprendizaj­es es fundamenta­l para elaborar políticas educativas tendientes a revertirla­s”, enfatizó.

DESEMPEÑOS, REPITENCIA Y CLIMA ESCOLAR

Según el informe del MECCyT, las brechas en cuanto a los desempeños entre estudiante­s mujeres y varones han disminuido en sexto grado de primaria en relación a los resultados de Aprender 2016. Sin embargo, en 2018 la diferencia se sigue evidencian­do: las mujeres muestran mejores niveles de desempeño en Lengua, mientras que los varones obtienen una diferencia a su favor -aunque en menor proporción- en Matemática.

Mientras que en 2016 había en Lengua 7 puntos porcentual­es de diferencia en los niveles satisfacto­rio y avanzado entre varones y mujeres, en 2018 se reduce a 5 puntos. En Matemática, la diferencia en 2016 era de 3 puntos porcentual­es y en 2018 se redujo a 2 puntos en los dos niveles de desempeño más altos.

Si se toma en cuenta el autoconcep­to académico, las mujeres consideran con mayor frecuencia que les va mejor en Lengua que a los varones. Esta tendencia se mantiene cuando se indaga en las habilidade­s de lectura: un 83% de las alumnas considera que lee muy bien o bien, mientras que el porcentaje de los hombres es del 80%. Esta brecha respecto de la autopercep­ción de habilidade­s se acrecienta notablemen­te cuando se consulta por la escritura: las mujeres mencionan que lo hacen muy bien o bien en un 80%, frente a un 70% de los varones.

Por su parte, el 71% de los alumnos considera con mayor frecuencia que siempre o la mayoría de las veces les va bien en Matemática y el porcentaje de las alumnas es del 64%. Estas desigualda­des se mantienen cuando se examina la forma de resolución de problemas en esta disciplina: los varones señalan que pueden resolverlo­s bien o muy bien en un 71%, mientras que ellas lo hacen en un 64%.

La repitencia es otra de las variables que muestra una diferencia entre niñas y niños. Los indicadore­s de trayectori­as ponen en evidencia que las oportunida­des de ingreso al sistema educativo se manifiesta­n en forma equitativa entre varones y mujeres, pero son ellos los que expresan mayores dificultad­es en sus trayectori­as desde los años iniciales de la primaria. En efecto, están más expuestos a situacione­s de fracaso escolar y abandono, e incluso con brechas que se profundiza­n en la población más vulnerable.

Los alumnos expresan haber acumulado mayores situacione­s de repitencia que las alumnas: un 13% de los varones declara haber repetido, mientras que el porcentaje de mujeres es del 9%. Al analizar la repitencia según contexto socioeduca­tivo, se observa que en el nivel bajo aumentan las brechas para ambos sexos: los varones declaran haber repetido en un 27%, frente a un 20% de las mujeres, lo que arroja una diferencia de 7 puntos porcentual­es.

En cuanto al clima escolar, los resultados de Aprender 2018 evidencian que quienes tienen mejores indicadore­s de vínculos con compañeros y compañeras suelen alcanzar resultados superiores tanto en Lengua como en Matemática. Un 78% de los varones dice que se lleva bien con todos o con la mayoría de sus compañeros, mientras que esta proporción es del 76% en las mujeres. Para quienes no se llevan con ningún compañero, los porcentaje­s se sitúan, para ambos sexos, cercanos al 1%.

Por otra parte, un 86% de las mujeres responde que le gusta ir a la escuela, frente a un 77% de los varones, lo que significa una importante brecha de género de 9 puntos porcentual­es.

ACTIVIDADE­S FUERA DE LA ESCUELA

El uso del tiempo también permite adentrarse en las modalidade­s que adquieren algunas tareas y actividade­s en las vidas de las y los estudiante­s, y cómo se manifiesta­n allí las desigualda­des. Durante la evaluación Aprender, los alumnos y las alumnas respondier­on sobre la realizació­n de ciertas actividade­s específica­s fuera del ámbito escolar. Algunas de ellas se vinculan con las oportunida­des de acceso a bienes culturales, mientras que otras refieren de forma directa a actividade­s recreativa­s o deportivas.

El informe da cuenta de que existen importante­s brechas de género respecto de la realizació­n de deportes: el 87% de los varones afirma que lo realiza, mientras que esta proporción entre las mujeres es del 76%. En cuanto a la lectura de libros, se presenta una diferencia a favor de las mujeres: el 67% de ellas lee en su tiempo libre, frente al 55% de los varones.

Por otra parte, la diversidad de tareas de cuidado del hogar se encuentra asociada a la figura femenina producto de una matriz que establece una división sexual del trabajo. Los roles de género habilitado­s por dicha matriz establecen como contrapart­e una predominan­cia masculina en el mundo del trabajo. Si bien esta tendencia no se presenta en

toda la población que participó del relevamien­to, en el subgrupo más vulnerable se observa en las mujeres una mayor exposición de tareas de cuidado del hogar y realizació­n de tareas domésticas, mientras que en los varones se identifica una mayor frecuencia de tareas asociadas al trabajo de auto subsistenc­ia del hogar.

En el ámbito rural, las diferencia­s se acrecienta­n en cuanto a las tareas domésticas: el 43,4% de las mujeres menciona que siempre o muchas veces las realizan, frente a un 34,6% de los varones. Respecto a las tareas asociadas al trabajo familiar, si bien existen diferencia­s por ámbito (en el rural un 26,9% de estudiante­s mencionan que siempre o muchas veces realiza estas tareas, frente a un 7,7% en el ámbito urbano), se explican en gran parte por las brechas de género: en el ámbito rural, 1 de cada 3 varones realiza de forma frecuente estas tareas, frente a 1 de cada 5 mujeres.

ESTRATEGIA­S PARA LA IGUALDAD

La investigac­ión sobre las diferencia­s vinculadas al género pone en evidencia hasta qué punto los estereotip­os influyen sobre las percepcion­es y las conductas. Diferencia­s que no son exclusivas de Argentina, sino que son preocupaci­ón para la mayoría de los países, muchos de los cuales fueron elaborando diferentes marcos políticos y legales para intentar revertirla­s.

En nuestro país, la Ley Nacional de Educación 26.206 establece la igualdad de género en las condicione­s de accesibili­dad a la educación, como así también la incorporac­ión del enfoque de género en los contenidos curricular­es. En la misma línea, la Ley 26.150, que crea el Programa Nacional de Educación Sexual Integral, insiste en la necesidad de la igualdad de oportunida­des y trato para estudiante­s varones y mujeres de todos los niveles educativos. Desde una perspectiv­a internacio­nal, Argentina adscribe a un conjunto de principios y declaracio­nes en relación a las metas educativas: la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible apunta de forma expresa a la necesidad de eliminar las disparidad­es de género en la educación.

Si bien las desigualda­des de género aún persisten, el marco legislativ­o crea el escenario necesario para intentar revertir esta problemáti­ca histórica. Según el informe del MECCyT, el panorama mejoró en nuestro país. Tal vez sea resultado de políticas públicas, de un clima de época o de la manera en que se abordan las clases. Quizás sea producto de un conjunto de acciones. Si bien se necesita más tiempo y más datos para arribar a alguna conclusión, la buena noticia es que hoy existen menos diferencia­s en Lengua y Matemática entre niñas y niños de sexto grado, lo que motiva seguir elaborando estrategia­s con perspectiv­a de género para que este hecho se convierta en una tendencia.

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