Historia con altibajos y un equipo actoral desigual
Después de La ventana indiscreta; en 1955, Hitchcock filmó Para atrapar al ladrón (así se tituló en la Argentina), este film relativamente menor del rey del suspenso, sobre un ladrón de joyas y el romance que vive con una bella millonaria, protagonizada por Grace Kelly y Cary Grant, actores fetiches del genial Alfred.
El español Javier Olivares (Isabel, Ministerio del tiempo) y Jordi Calafi adaptaron y reescribieron con gran acierto el guión de John M. Hayes, sobre la novela de David Dodge y lo extendieron a diez capítulos, con algunos cambios.
En lugar de apuntar a lo romántico como el original, eligieron equilibrar su comedia dramática, con algo de suspenso, logradas escenas de acción y situaciones de telenovela, para contar los primeros años de la pareja de un ex ladrón, devenido coleccionista de arte y una mujer policía española, experta en ladrones de bancos. El resultado es una historia con altibajos, no, quizás en su guión que fluye bastante bien a través de sus capítulos –aunque algo débiles los primeros–, sino por su puesta en escena y la heterogeneidad de un equipo actoral no siempre a la altura de la serie y más inclinado a las interpretaciones de culebrones de media tarde.
Ambientada en 2000, Juan Robles es un ex ladrón que abandonó el robo de obras de arte en 2009 y se marchó a Barcelona. Nueve años después se casa con Lola Garay, una rubia policía, que como lo demuestra la gráfica de presentación, le intercambia la alianza de matrimonio por las esposas de marche preso, aunque no es tan así, porque el amor encontrará los mecanismos suficientes para que la lluvia no derive en un huracán.
Filmada en Barcelona, Blanes y Tossa de Mar, España y Buenos Aires, la historia de El gato, como se apoda a este ladrón de guante blanco, se apoya en el juego de los equívocos, del robo de identidades y de un rompecabezas familiar, de padres ausentes, madres muertas y hermanastros con algunos secretos, sumado a una dinastía de ladrones, de la que todos parecen ser cómplices.
Con algunos guiños a la película de Hitchcock, el paseo en el descapotable, el título de un film que deriva en una mentira, su narración se apoya en planos acotados y un acertado despliegue en las escenas de acción, un punto fuerte de la trama, sumado a la química de los protagonistas Echarri, un “dandy” aporteñado, con convincentes recursos interpretativos y la española Alexandra Jiménez, siempre dispuesta a descubrir la otra cara de una verdad que oculta esa extraña familia, cuya fortuna se la deben a pintores como Paul Klee, Joaquín Sorolla y tantos otros.