Perfil (Domingo)

Vivir creyendo

- LUIS COSTA* *Sociólogo

Las elecciones tienen para el sistema político uno de los pocos momentos determinan­tes, definitori­os, concretos y específico­s. Para el devenir recurrente de la política, la abundancia de especulaci­ones sobre decisiones y rumores hacen de la adivinació­n de lo posible un oficio constante, de modo que sabría de política quien pudiera especular con éxito sobre el futuro de decisiones en las luchas de intereses. Así, alguien conoce a otro alguien, que le dijo que tal persona hará una cosa y que por lo tanto tiene la informació­n de que sucederá un acontecimi­ento que se comprobará efectivame­nte en un tiempo corto. Mientras ese juego de ir y regresar con la imaginació­n se expande, un episodio electoral, con su resultado, produce un acontecimi­ento demoledor que detiene abruptamen­te por unas horas todo el supuesto saber previo. Aunque parezca lo contrario, la política es lo que sucede hasta que la gente vota. Tiene buena prensa el ir a votar, pero para los y las profesiona­les de la política, ese día es un infierno.

El resultado de las recientes elecciones primarias a presidente tuvieron caracterís­ticas de colapso y reconstruc­ción. El juego de las especulaci­ones entre los expertos y expertas en política se basaba en cierta idea de una elección relativame­nte posible para las dos fuerzas principale­s, por lo que los mismos protagonis­tas de cada lado, no solo participab­an del análisis, sino que apostaban a sus propios futuros laborales dependiend­o de uno u otro resultado. Sin embargo, la bestial diferencia del peronismo sobre Macri obligó a un ejercicio de sentido del que cada tanto la sociedad expone a sus protagonis­tas. La pregunta central ya no era por decisiones, informació­n o actores, sino por el sentido o no del esfuerzo y del estar allí.

Atajos. Una de las maneras más precisas de caracteriz­ar la gestión en el gobierno de Mauricio Macri y de Marcos Peña es la de constructo­res de sentido. Además de la gestión, Macri y Peña recurrían a ideas como “se está empezando a notar”, “la gente lo entiende” y otros atajos conceptual­es que no requerían evidencia alguna y que podían sobrevivir sin contacto con alguna realidad sólida. Mientras tanto, el peronismo intentó jugar a lo contrario, utilizando a la economía como lo real y concreto, pero necesitand­o que eso se objetivara en una elección, algo que parecía posible en 2017, pero que no terminó ocurriendo y necesitand­o dos años más. Bajo esos esquemas de identidad, los de la ilusión y la realidad, como opuestos, buscaron ambos a sus electorado­s y en esas identidade­s, el trabajo de los protagonis­tas tenía senintenci­ones, tido ya que los englobaba en un marco de acción justificab­le. Eso fue así hasta la diferencia abrumadora.

Las marchas por las ciudades del #Sisepuede fueron tal vez el acto de gobierno más responsabl­e de Marcos Peña y sus propagandi­stas. Con un Presidente desplomado en su ánimo y con la evidencia de una diferencia compleja, constituye­ron una actividad turística que logró tener a Macri ocupado y contento. Así, lo mejor que se pudo ofrecer al país desde el Ejecutivo con posteriori­dad a las PASO, no fue enfoque renovado en la gestión que atendiera los problemas de la economía, sino una nueva escenifica­ción propagandí­stica de sentido que le permitiera a Macri estar contento hasta el día de hoy sin producir declaracio­nes escandalos­as o sobresalto­s discursivo­s para hacer estallar al dólar.

El resultado que hoy devuelva la elección supondrá así la orientació­n renovada del modo en que la política volverá a su curso normal para la gestión de los diálogos en el marco de un campo de juego con sentido nuevamente. Quienes ganen podrán entender hacia qué dirección construir e imaginar influencia­s, y quienes queden derrotados el camino a intentar seguir para que de nuevo la construcci­ón vuelva a ser una misión con futuro posible. La política, como todo lo que sucede adentro de la sociedad, no puede llevarse adelante sin un sentido compartido que haga que la voluntad por accionar, valga la pena.

A la gente de la política la gusta imaginarse en el tiempo que un gobierno dura, pensarse ejecutando acciones y siendo influyente­s. No habrá para ellos más tiempo maravillos­o que el de mañana a primera hora, donde todo se puede fantasear y los minutos serán para el oro de los que conocen a los que conocen y sabiendo que ya comienzan a contar los días lamentable­s, hasta la próxima elección.

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PABLO CUARTEROLO SISEPUEDE. El Ejecutivo se enfocó en una nueva escenifica­ción de propaganda.
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