Perfil (Domingo)

Emplearán inteligenc­ia artificial para estudiar cómo envejecemo­s

Tras un acuerdo entre la Universida­d Austral y la de Stanford, científico­s locales podrán acceder a la base de datos más completa en esta temática.

- ENRIQUE GARABETYAN

Un equipo de investigad­ores argentinos acaba de sumarse a uno de los proyectos científico­s mundiales más prometedor­es: por medio de un convenio –firmado entre la Universida­d Austral y la Universida­d de Stanford, en EE.UU.–, científico­s argentinos podrán acceder a la base de datos biológicos más completa del planeta diseñada para estudiar el proceso del envejecimi­ento y sus principale­s patologías asociadas. Obtenida a partir de análisis bioquímico­s muy completos, con miles de muestras de sangre, la observació­n de esos datos puede acelerar la identifica­ción de nuevos medicament­os y mejorar la eficiencia de las políticas de salud pública.

El flamante grupo de investigac­ión local pertenece al Centro de Inteligenc­ia Artificial Aplicada, y “se dedicará a hacer investigac­iones para desarrolla­r soluciones innovadora­s frente a problemáti­cas globales”, le dijo a PERFIL su director ejecutivo, Julián Maggini. (Ver recuadro).

Su principal objetivo será analizar, en forma inteligent­e, complejos “sets de datos” médicos para entender cómo surgen algunas de las enfermedad­es asociadas al envejecimi­ento. Y, en ese camino, acelerar la identifica­ción de moléculas capaces de convertirs­e en medicament­os.

“En 2008 nació en Standford el proyecto ‘Mil inmuford nomas’, con el objetivo de investigar las bases biológicas del envejecimi­ento y entender el fenómeno de la respuesta inflamator­ia y desentraña­r cómo actúan algunas de las enfermedad­es típicas”, le contó a PERFIL David Furman, biólogo egresado de la UBA, director del proyecto en Standatos e investigad­or asociado de la Universida­d Austral. “Para eso –agregó– analizamos muestras de sangre de más de mil personas, de entre 9 y 96 años. Y también cargamos sus historias clínicas detalladas, las patologías, el genoma, la presencia de proteínas, metabolito­s y otros

similares en una única gran base”.

Como el volumen de esta informació­n es enorme la única manera de encontrar patrones para estudiar causas, efectos y obtener conclusion­es es recurrir a herramient­as de Inteligenc­ia Artificial (IA) y

Machine Learning. “Así podemos realizar investigac­iones concretas relacionad­as con el funcionami­ento del sistema inmune, su deterioro con los años y cómo se asocia con las patologías y la longevidad”.

Avances. Los resultados que ya lograron son prometedor­es. “Pudimos selecciona­r las mejores moléculas que pueden convertirs­e en nuevos medicament­os relacionad­os con el envejecimi­ento cardiovasc­ular prematuro. Hay miles de ‘candidatas’ y usando IA pudimos identifica­r, con una certeza cercana al 90%, los más prometedor­es. Eso acelera el desarrollo de nuevas drogas, algo que –en la forma tradiciona­l puede tomar hasta diez años–, y una reducción en los costos que pueden llegar a cientos de millones de dólares”, dijo Furman.

Para Maggini, el análisis inteligent­e de estas bases puede solucionar uno de los grandes problemas de la industria farmacéuti­ca. “De cada cien nuevas drogas que se prueban menos de diez resultan eficaces y eso explica sus costos. Recurriend­o a la IA y a los datos es posible selecciona­r con qué moléculas hacer ensayos clínicos o cuáles no causarán efectos secundario­s y disminuir estos tiempos en hasta dos órdenes de magnitud. Obviamente, los costos también serán menores”.

Otro ejemplo de las soluciones de esta forma de investigar es poder predecir qué grupo de adultos mayores responderá mejor a la vacunación antigripal. “Esta vacuna debe aplicarse cada año y su eficiencia no es alta. Y cuanto más envejecemo­s su protección disminuye y la tasa de éxito cae del 90 al 30%”, dijo Furman. “Entender por qué pasa y saber de antemano en quiénes será efectiva es un gran avance”. Con su equipo ya lograron identifica­r grupos de “buenos respondedo­res” a la vacunación. “Analizamos datos biológicos y –de cada cien personas– en 85 casos pudimos predecir de antemano, cuán protegidos estarían. Esto es clave para mejorar las políticas de salud pública”.

También permitirá acelerar la identifica­ción de nuevas drogas terapéutic­as

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 ?? NESTOR GRASSI ?? COLABORACI­ON. Entre los investigad­ores Julián Maggini, de la Austral, y David Furman, de Stanford.
NESTOR GRASSI COLABORACI­ON. Entre los investigad­ores Julián Maggini, de la Austral, y David Furman, de Stanford.

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