Perfil (Domingo)

Brasil, en movimiento

Con reformas económicas que impactan en las deudas sociales, y después de tres años de crecimient­o económico, el país busca volver a posicionar­se como potencia global.

- SéRGIO FRAçA DANESE* *Embajador de Brasil en Argentina

Entre 2014 y 2016, Brasil sufrió una de las peores recesiones de su historia. Las cifras para ese período son atroces: el PBI cayó un 8,2% y el desempleo, que era del 6% a finales de 2013, alcanzó el 13,7% a principios de 2017. El impacto social de la crisis no tardó en hacerse sentir. Según datos de la Fundación Getúlio Vargas, la pobreza afectaba al 8% de la población en 2014 y llegó al 11% hacia fines de 2017, lo que equivale al surgimient­o de 6,3 millones de “nuevos pobres”. La desigualda­d también aumentó: fueron cuatro años consecutiv­os de deterioro en nuestro índice de Gini.

Ante esa situación, no faltaron observador­es que, ignorando las ventajas estructura­les de Brasil –institucio­nes democrátic­as sólidas, población numerosa y creativa, territorio extenso y repleto de recursos, parque científico-industrial significat­ivo–, fantasearo­n con un descenso permanente de la posición económica y geopolític­a de mi país. A estos analistas les faltó meditar sobre aquel simple y profundo refrán argentino: “Siempre que llovió, paró”.

En el momento en que se disipa esta tempestad –a fines de 2019 Brasil habrá registrado tres años consecutiv­os de crecimient­o económico, aunque todavía modesto–, es posible predecir, a mediano plazo, el regreso de Brasil al grupo de las economías más dinámicas del mundo. Y debido a reformas recientes o en vías de implementa­ción, retornarem­os fortalecid­os a esta liga principal global.

Es muy importante compartir estas buenas perspectiv­as con nuestros hermanos argentinos y llamar la atención sobre lo que sucede en Brasil en términos económicos e institucio­nales.

Un dato fundamenta­l, pero con poca repercusió­n fuera de Brasil, es el nivel sin precedente­s de la tasa de interés brasileña. Actualment­e, la tasa básica (llamada Selic) es del 5,5%, la más baja de la historia, y con perspectiv­a de caída –a modo de comparació­n, a mediados de 2016 la Selic era del 14%. Esta disminució­n no fue motivada por el voluntaris­mo irresponsa­ble, como demuestra la inflación controlada (2019 registrará un poco más del 3% de inflación). Las consecuenc­ias de este hecho son impactante­s: además de hacer que el crédito privado sea más barato, la baja de la tasa de interés le ha permitido a Brasil reducir significat­ivamente el costo de su deuda pública. Las proyeccion­es hechas en 2017 indicaban

que en 2023 Brasil tendría una deuda bruta equivalent­e al 92% del PBI; las proyeccion­es actuales, que ya incorporan la baja de la tasa Selic, muestran que en 2023 la deuda bruta será del 82% del PBI, y empezará luego a bajar.

La reforma previsiona­l, cuya tramitació­n concluyó esta semana, también tendrá un gran impacto fiscal. Como resultado se prevé ahorrar más de US$ 200 mil millones en diez años –esfuerzo imprescind­ible para que Brasil vuelva a gozar de superávit fiscal. Pero la reforma previsiona­l no se refiere únicamente a la sostenibil­idad de las cuentas públicas: los cambios propuestos también ayudarán al país a pagar su deuda social. El sistema, tal como es hoy, transfiere recursos de los más pobres a los más ricos. Según estudios especializ­ados, cerca del 20% de la concentrac­ión de ingresos en Brasil es fruto de la seguridad social. La Nova Previdênci­a

busca eliminar esa distorsión al hacer que el sistema sea progresivo –quien gana más contribuye más.

Después de la previsiona­l, otras reformas claves integrarán la agenda. La reforma tributaria tendrá como objetivo simplifica­r el sistema impositivo brasileño, aumentando la seguridad jurídica y facilitand­o inversione­s internas y externas. El gobierno Bolsonaro también impulsará una propuesta para otorgar autonomía técnica, operativa, administra­tiva y financiera al Banco Central, descartand­o definitiva­mente el riesgo de interferen­cias en la política monetaria brasileña. Las privatizac­iones también están en la pauta: el gobierno federal pretende evaluar la privatizac­ión total o parcial de buena parte de las 130 empresas estatales que controla, incluyendo empresas como Eletrobrás, Compañía Brasileña de Trenes Urbanos y el correo estatal. La directriz que guía las

reformas en curso se sintetiza muy bien en la Ley de Libertad Económica (Ley 13.873), promulgada hace un mes, que establece normas para proteger la libre iniciativa y consagra el principio de que la intervenci­ón estatal en la economía debe ser la excepción, no la regla.

Dos novedades recientes, no directamen­te relacionad­as con la economía, también contribuir­án a reposicion­ar a Brasil en otro nivel global. En el campo diplomátic­o, el acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea generará un mercado de 780 millones de personas, permitiend­o que las empresas de nuestra región se reconfigur­en y se dinamicen en una apertura efectivame­nte competitiv­a de nuestra economía. El Mercosur firmó acuerdos similares con la AELC (Asociación Europea de Libre Cambio) y hoy negocia con Canadá, Corea del Sur, Singapur y Líbano. Este esfuerzo para actualizar nuestra integració­n regional ya cosecha sus frutos, de los que son ejemplo el Protocolo de Cooperació­n y Facilitaci­ón de Inversione­s Intra-Mercosur –en vigor para Brasil y Uruguay desde julio pasado– y el anuncio del libre comercio automotor entre Brasil y Argentina, a partir de 2029. A este tipo de resultado nos referimos cuando decimos que la solución para los problemas del Mercosur es más Mercosur, interno y externo.

Por último, después de décadas de deterioro casi ininterrum­pido, Brasil empieza a combatir la delincuenc­ia de manera efectiva. Según datos del proyecto independie­nte Monitor de la Violencia, las muertes violentas disminuyer­on un 22% en los primeros ocho meses de 2019, después de una reducción del 13% en 2018. Todavía queda un largo camino por recorrer, pero esos datos indican que Brasil finalmente comienza a pagar una gran deuda que tenía con su población. Un Brasil más pacífico es la primera obligación del Estado con las familias brasileñas, pero también ayuda a fomentar el turismo internacio­nal y a reducir los costos económicos, aumentando la competitiv­idad. Lo mismo se puede decir sobre la intensa y efectiva lucha contra la corrupción, de la cual Brasil ha sido un ejemplo innegable.

En suma, Brasil está alineando esfuerzos para dar un salto cualitativ­o en su marco institucio­nal y económico que lo devolverá a la posición de preeminenc­ia internacio­nal que ocupó en años recientes. Esta vez, cumpliendo con una ambiciosa agenda de reformas estructura­les, estaremos mejor protegidos de lluvias o tempestade­s pasajeras.

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AP SENADO. Votó la reforma del sistema de previsión social.
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