Marcha atrás de Piñera.
Dijo que entendió el mensaje del pueblo chileno. Pidió la renuncia del gabinete.
Sebastián Piñera aseguró ayer haber “entendido el mensaje” del estallido social que atraviesa Chile –y que tuvo su punto el sábado en Santiago con la marcha de más de un millón de personas– anunció que pidió a sus ministros poner sus cargos a disposición para formar un nuevo gabinete y ordenó a los militares levantar el toque de queda que regía en la capital.
“Estamos en una nueva realidad, Chile es distinto al que teníamos una semana atrás y por eso debemos atender a esa demanda social”, dijo el presidente desde el palacio de La Moneda, la sede del gobierno.
“Les he pedido a todos los ministros poner sus cargos a disposición para poder estructurar un nuevo gabinete, para poder enfrentar estas nuevas demandas y hacernos cargo de los nuevos tiempos”, agregó el presidente.
Uno de los ministros más cuestionados es el titular de Interior y Seguridad Pública, Andrés Chadwick, responsable de la represión a las protestas y primo hermano de Piñera. Marcha. El mandatario hizo este anuncio un día después de que el país viviese la que se califica como la mayor manifestación ciudadana desde el restablecimiento de la democracia tras la dictadura de Augusto Pinochet, en 1990, con más de un millón de personas marchando solo en la capital en reclamo de reformas sociales. “La marcha que todos vimos ayer fue una marcha multitudinaria, alegre y pacífica, y que abre grandes caminos de futuro y de esperanza. Todos hemos escuchado el mensaje y todos hemos cambiado. Ahora tenemos que unir fuerzas para dar respuestas verdaderas, urgentes y responsables a esas demandas sociales de todos los chilenos”, dijo el presidente. Piñera recordó que en respuesta a esas demandas ya esta semana anunció un paquete de medidas sociales “que recoge muchos de los planteamientos más sentidos y significativos” de los ciudadanos.
En un tono conciliador, recalcando que trabaja con el Congreso para concretar una agenda social y puso como ejemplo de lo que Chile vivió esta semana a la crisis de los “chalecos amarillos” en Francia, que dejó contra las cuerdas al establishment político
de ese país. “Esta Agenda Social, que es amplia y es profunda, requiere un enorme y exigente esfuerzo del Estado para poder financiarla. Está en pleno desarrollo y por eso pido encarecidamente al Congreso Nacional que apruebe los proyectos que apuntan a satisfacer necesidades muy urgentes y muy sentidas de nuestra clase media y de los sectores más vulnerables”, manifestó Piñera.
El presidente recordó que hay propuesto una mejoría en las pensiones, un mayor ingreso de los trabajadores, precios estables de servicios como la electricidad y el agua, un abaratamiento del precio de los medicamentos y una reducción de las dietas de los parlamentarios y los sueldos más altos de la Administración Pública.
Violencia. Piñera sostuvo que durante la pasada semana se vivió una “brutal y destructiva violencia” ante lo que tuvo que aplicar “todos los instrumentos democráticos, legítimos y necesarios que dictan la Constitución y la ley para restablecer el orden público y
la seguridad ciudadana”. Por eso, explicó, estableció los estados de emergencia para que las Fuerzas Armadas se encarguen junto a los agentes policiales de Carabineros y la Policía de Investigaciones del resguardo del orden público, algo que ha sido muy criticado, más cuando comenzaron
a interponerse denuncias por presuntos abusos de derechos humanos a cargo de fuerzas del Estado. El presidente anunció que desde la primera hora de hoy ya no rigen los estados de emergencia. “Hay que recuperar el camino de la normalización institucional”.
Las protestas –que se iniciaron
con incidentes muy violentos hace nueve días en rechazo al aumento de la tarifa del metro y dejaron 19 muertos– se radicalizaron el viernes 18, con graves disturbios, incendios y saqueos.
Ayer, Santiago amaneció con grupos de vecinos y organizaciones sociales limpiando
los escombros que dejaron las manifestaciones e incluso borraban los grafitis de la estatua de Plaza Italia, epicentro de la manifestación multitudinaria del sábado.
Es la clase de primera dama que se acerca al modelo estándar: abocada a temas sociales y de educación, supo hacerse un lugar en la imagen protocolar de la presidencia de Sebastián Piñera en Chile.
En los últimos meses, Cecilia Moral superó incluso la imagen positiva de su marido. Impulsora de los trajes no tan holgados de su marido “y más a medida”, ha cosechado esa cercanía con la gente que tal vez su marido no ha podido lograr. Un ejemplo: en Chile la gente habla de “piñeradas”, cada vez que se refieren a algún blooper del presidente en actos públicos. Uno de los más recordados –y reiterados– es la cantidad de veces que, luego de la aparición con vida de los mineros que quedaron atrapados en la mina de San José en agosto de 2010, Piñera se dedicó a mostrar el papelito original que indicaba: “Estamos bien los 33”. En un video colgado de YouTube, puede verse a Morel detrás de su marido en medio de una gira por Europa diciéndole “¡No lo muestres más!”, mientras Piñera avanza sonriente con ese documento en mano.
Hoy las cosas han cambiado. Sobre todo teniendo en cuenta que la primera dama se volvió protagonista en medio de los días trágicos que vivió Chile esta semana: Morel pasó de ser la compañera compinche que se ríe de las idas y vueltas de su marido a aparecer en los celulares de todo Chile con un audio polémico con la ya célebres frase: “Invasión extranjera y alienígena”. El calificativo salió de un audio que se filtró en medio de la bronca social.
Morel salió enseguida a disculparse. “En un momento en que me sentí sobrepasada por las circunstancias, envié un audio privado que se filtró. Un estado de ánimo personal lo hice parecer como un estado general de gobierno. Lamento el desacierto”, escribió en su cuenta de Twitter. La conversación, parte de envíos de chat en un grupo de amigas con el objetivo de describir la situación
El audio que se viralizó potenció la tensión en el tercer día de las protestas sociales en Chile
que se vivía en el Palacio de la Moneda, se viralizó. “Amiga, creo que lo más importante es tratar nosotros de mantener la cabeza fría, no seguir calentándonos porque lo que viene es muy, muy, muy grave (...) Por favor, mantengamos nosotros la calma, llamemos a la gente de buena voluntad, aprovechen de racionar la comida, y vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”.
Vida. Coqueta y habitué de usar marcas extranjeras, la primera dama nació el 14 de enero de 1954. Además de ocupar ese cargo protocolar, es directora del Area Sociocultural de la Presidencia, puesto que ocupó también durante el primer mandato de Piñera, entre 2010 y 2014. Es la cuarta hija de siete hermanos. A los 19 años, poco antes que comience la dictadura chilena en septiembre de 1973, empezó el noviazgo con Piñera, quien era vecino suyo. Se casaron en diciembre de ese mismo año y luego se marcharon a Estados Unidos, donde Piñera estudió un doctorado en Economía.
El matrimonio tiene cuatro hijos: Magdalena, Cecilia, Juan Sebastián y Cristóbal. Entre todos sus hijos, ella y Piñera suman 11 nietos. Ingresó al Instituto Profesional Carlos Casanueva, donde se tituló de orientadora familiar y juvenil, una carrera de asistencia social.
Formó parte también de la Comisión de Justicia y Paz del área pastoral del Arzobispado de Chile y realizó diversas actividades como orientadora en temas de familia e infancia. Ya como primera dama empezó a ocupar todo su tiempo en la Dirección Sociocultural de la Presidencia. Desde que su marido se convirtió nuevamente en presidente en 2018, Morel volvió a estar en la arena mediática. Si bien ella no lo afirma, son varios los que dicen que se hizo varios retoques en su rostro. En una nota que dio el año pasado, expresó que la vuelta al Palacio de la Moneda después de ocho años la encontró más evolucionada. “Creo que la sociedad ha cambiado, uno va cambiando y está más abierto a nuevos temas como puede, valora más las diversidades”, explicó. Cuando le consultaron por cómo era Piñera en la intimidad, dijo ante las risas de los periodistas: “No es de pedirme ayuda en la casa, pero tiene lo típico de todos los hombres que preguntan “¿Dónde está mi peine?” o “¿Viste mi máquina de afeitar?”.