Sofonisba empoderada
La llamaron Sofonisba en honor a la valiente y arriesgada cartaginesa que tuvo un papel notable en las idas y vueltas de la alianza entre Numidia y Cartago y que fue reconocida como “hermosa de apariencia, una mujer de variados modos y una dotada de la habilidad de dominar a los hombres a su voluntad”. Ella dio su vida para lograr el entendimiento y, finalmente, tomó un veneno fatal para no caer en manos de los romanos.
Su apellido fue Anguissola y nació mucho tiempo después en Cremona, en 1535, y murió en Palermo en 1625. Fue pintora y, según se sabe, la primera del Renacimiento. No fue ese nombre sino su decisión y talento artístico lo que la llevó a luchar por un lugar en el mundo masculino de las artes visuales de su tiempo. Su prédica y su arte sirvieron para darles posibilidades a sus contemporáneas, y en la medida de lo posible tener una formación académica. Como se sabe, las mujeres la podían tener pero a medias: no podían estudiar anatomía, ya que no les estaba permitido ver cuerpos desnudos.
n} Se dedicó, entonces, a los retratos, que creó en poses informales. Ese fue, también, su aporte personal. Algo que pudo ver Giorgio Vasari, quien escribió sobre ella: “Ha mostrado mayor aplicación y mejor gracia que cualquier otra mujer de nuestro tiempo en sus empeños por dibujar; por eso ha triunfado no solo dibujando, coloreando y pintando de la naturaleza, y copiando excelentemente de otros, sino por ella misma, que creó excelentes y muy bellas pinturas”.
Fue alumna informal de Michelangelo, cuando se instaló en Roma. El pintor le daba sus bosquejos y ella los hacía a su estilo. Le pidió un niño llorando y Sofonisba le devolvió un cuadro de un niño mordido por un cangrejo.