Perfil (Domingo)

Irak: siguen las protestas pese a una salvaje represión

Los manifestan­tes reclaman la renuncia del gobierno, al que acusan de corrupción y de ser manipulado por Irán. Se mantienen en las calles de Bagdad y otras ciudades, a pesar del accionar de milicias armadas que los agreden.

- AGENCIAS

Miles de iraquíes seguían ayer movilizado­s en las calles de varias ciudades contra el gobierno y su aliado iraní, pese a la muerte de 17 manifestan­tes a manos de un grupo armado en Bagdad, lo que hace temer una escalada de la violencia.

Poco después de esta matanza, el viernes por la noche, un dron lanzó al amanecer un mortero contra la casa del líder chiíta Moqtada Sadr, un ataque que podría “desencaden­ar una guerra civil”, advirtió su portavoz, Salah al Obeidi, quien pidió “moderación” y dijo que estaba a la “espera de los resultados de la investigac­ión” gubernamen­tal.

Moqtada Sadr, político versátil y ex jefe de la milicia chiíta quien entregó oficialmen­te las armas, pero conserva miles de combatient­es, no se encontraba en su casa en el momento del ataque.

Sadr, quien fue el primero en reclamar la salida del gobierno que renunció la semana pasada, envió a sus hombres a “proteger” a los manifestan­tes en Bagdad durante la noche del viernes.

Plaza. Pero pese a lo que ya se conoce como “la masacre de Senek”, por el nombre del puente cercano a la plaza Tahrir en Bagdad donde ocurrió el ataque, los iraquíes acudieron en masa ayer a este punto de la capital y a las plazas del sur del país para pedir la caída de todo el sistema.

El viernes, además de los 17 muertos, cien manifestan­tes fueron heridos por los hombres armados que atacaron un estacionam­iento de varias pisos que ocupaban los manifestan­tes desde hace semanas. Los disparos duraron durante la noche en las calles adyacentes.

El Estado iraquí aseguró que no puede identifica­r a los agresores ni detenerlos, en un país donde las facciones armadas proiraníes tienen cada vez mayor influencia y están en muchos casos integradas en las fuerzas de seguridad. La matanza dejó al país conmociona­do. El presidente iraquí, Barham Saleh pidió a las fuerzas de seguridad “proteger a los manifestan­tes pacíficos” y “encontrar a los rebeldes y entregarlo­s a la Justicia para que reciban las severas penas que merecen”. “Los actos de violencia liderados por bandas, que emergen de lealtades al exterior, podrían poner a Irak en un camino peligroso”, advirtió la máxima representa­nte de la ONU en Irak, Jeanine Hennis-Plasschaer­t.

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AP / AFP GRITOS. Bronca y dolor en la capital iraquí por las víctimas de la masacre.
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