El extraño vínculo con la víctima
La “viuda negra” vivía a tres cuadras de la casa y el local del ferretero de 71 años que presuntamente drogó y asaltó el pasado sábado 23 de noviembre. No era una simple clienta, aunque él reconoció que solía hacerle algunos arreglos en su domicilio. De hecho, cuando la mujer le roció la cara con gas pimienta, lo durmió e inmovilizó con los precintos de plástico que el hombre había llevado a su casa con sus herramientas para destaparle una cañería.
La relación entre ellos no era nueva, según manifiestan allegados a la acusada. Cristina les decía a todos que era su amigo, y hasta tenía confianza como para que otras personas le dejaran algunas cosas en el local. Como por ejemplo, cuando le reclamó a un vecino que le devolviera dos camperas que le había regalado. “Dejalas en la ferretería que después yo paso a buscarlas”, le propuso.
Los investigadores sospechan que ella se le insinuó al comerciante cuando supo del dinero que guardaba. Después apostó a que por pudor el ferretero –quien está casado– no se animara a denunciarla. Para ello lo retuvo en su domicilio entre las 11 de la noche del sábado 23 y las 3 de la madrugada del día siguiente. Como a todos, pensaba chantajearlo. Pero la jugada le salió mal, porque la víctima le contó a su hija lo que le había pasado y ella lo convenció para que se presentara en la comisaría y desenmascarara a la “viuda negra”. ■