Frente a las crisis, llegó la hora de las grandes coaliciones sociales
Los estallidos de la región y el mundo tienen algo en común: no los lideran los partidos políticos, que deben cambiar para sobrevivir. Saber que no pueden gobernar solos es uno de esos cambios.
dos políticos los que están a la cabeza de los manifestantes de cualquiera de los bandos, expresándolos y encuadrando sus reclamos al poder. Lejos de eso, la mayoría de las veces las dirigencias son sorprendidas por los acontecimientos y tratan, en general infructuosamente, de montarse en ellos, tratando de asumir un rol de dirigentes que nadie les reconoce. Y éste no es un fenómeno exclusivo de Latinoamérica. Allí están los indignados de España, los chalecos amarillos de Francia, los disturbios en Hong Kong del pasado junio. En fin, la lista es extensa. Demasiado extensa para ser casual.
Sin dudas, las razones de todos estos hechos son múltiples, pero en el centro de ellas se planta la crisis de representatividad de los partidos políticos.
Gobernanza. Esta crisis se manifiesta en dos planos distintos: por un lado, en la incapacidad de articular los intereses de quienes dicen representar y, por el otro, en el desempeño de quienes han sido elegidos para representar a los votantes y fallan en la gestión de los intereses sociales que les han sido confiados.
Como dijo el gran politólogo Giovanni Sartori, la ciencia política perdió el rumbo, hoy es un elefante con pies de barro: gigantesco, repleto de datos, pero sin ideas, ni sustancia, atrapada en saberes inútiles para aproximarse a la complejidad del mundo.
Una complejidad, por otra parte, que no deja de evidenciarse con una potencia inusitada día tras día, prescindiendo de las viejas estructuras partidarias y dándose formas organizativas novedosas, mínimas, cambiantes. Y que cuestiona seriamente la gobernanza, exigiendo de los gobernantes un nivel de información, de energía y de actividad fenomenal.
Estos cambios se encarnan sobre todo en los jóvenes, que se convocan a través de las redes sociales y se nuclean a partir de intereses que no son los que los partidos políticos tradicionales acostumbran a incluir en sus plataformas: veganos, feministas, colectivos LGTB, ecologistas, movimientos sociales, por nombrar solamente algunos. Frente a estas expresiones, los partidos tradicionales, anquilosados, vetustos, no encuentran respuesta.
De viejos para viejos. Es
y