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Familiares de la estudiante de gastronomía Paula Díaz, asesinada de un balazo en el barrio porteño de Liniers cuando volvía de un recital de Babasónicos en una camioneta conducida por su novio, denunciaron que a cinco años del crimen la Justicia continúa sin encontrar al homicida y pidieron instalar una “placa recordatoria” en el lugar del hecho.
“Pedimos que la Justicia retome de una manera educada la investigación, de manera que nos demuestren que trabajaron, independientemente de los resultados, como corresponde. Porque hasta el momento, esto y no haber hecho nada, para nosotros es lo mismo”, dijo Patricia Galloli, madre de la víctima.
El hecho ocurrió el 14 de diciembre de 2014, entre las 4.20 y las 4.45, cuando Paula Díaz (20) volvía de un recital de Babasónicos con su novio, Hugo Carrizo, en una camioneta Jeep Patriot Negra.
Según la instrucción dirigida por la fiscal Estela Andrades, la pareja había ido al estadio Mandarine Park, en Costanera Norte, y luego a un bar del barrio porteño de Palermo, donde no tuvieron discusiones ni peleas con nadie ni entre sí.
El novio de Paula condujo por Juan B. Justo, cruzó por debajo el puente de General Paz, para luego retomar e ir hacia la Provincia.
Al llegar a las paradas de colectivos, el joven oyó una detonación y pensó que le habían arrojado una piedra.
Pero advirtió que la ventanilla trasera derecha estaba rota y que su novia estaba inconsciente y tenía la cabeza ensangrentada, por lo que bajó al destacamento policial apostado debajo del puente.
La joven fue trasladada de urgencia al hospital Santojanni por el propio Carrizo, escoltado por los policías, ya que la ambulancia del Sistema de Atención Médica de Emergencia
“Pedimos que la Justicia retome la investigación y nos demuestren que trabajaron”
(SAME) no concurrió al lugar.
Como consecuencia del disparo, Paula quedó con muerte cerebral y sus padres decidieron al día siguiente donar sus órganos.
El novio de la chica declaró que solo pudo ver el paso de una Volkswagen Suran blanca en el momento en que oyó el disparo, pero el vehículo nunca pudo ser identificado.
Los detectives de la entonces comisaría 44ª analizaron las cámaras de seguridad instaladas en la zona por el Gobierno de la Ciudad, pero de las ocho existentes solo funcionaba una, y no captó el momento del disparo.
“No existen ni actas, ni registro oficial alguno que especifiquen desde cuándo dejaron de funcionar estos equipos; con lo cual la incompetencia para el funcionamiento no tiene nombre, ni personas responsables de su mantenimiento, lo cual nos hace incluir la idea de una cadena de encubrimiento oficial como posibilidad”, denunció la madre.
Patricia le pidió al Gobierno porteño “poder colocar una placa recordatoria a modo de difusión y memoria”.