Perfil (Domingo)

Cómo priorizar la educación inicial

- ALEJANDRA CARDINI* Y JENNIFER GUEVARA**

El nivel inicial está entre las prioridade­s de la nueva gestión de gobierno, según el discurso presidenci­al de asunción. Lo que pasa en la primera infancia queda para toda la vida. Las políticas de primera infancia son claves para el desarrollo de las personas y, en consecuenc­ia, de la sociedad. La educación inicial es un eslabón imprescind­ible para garantizar el derecho de todos los niños a la crianza, la enseñanza y el cuidado.

La educación inicial avanzó mucho en los últimos 15 años. La Ley Nacional de Educación de 2006 la reconoció como el primer nivel del sistema educativo para los niños desde los 45 días hasta los cinco años, siendo obligatori­os los dos últimos años. La sala de cinco ya es universal en todo el país y la cobertura de las salas de sala de cuatro creció enormement­e. Entre 2010 y 2016, las tasas de matriculac­ión de las salas de cuatro y tres pasaron del 73% al 85%, y del 36% al 41%, respectiva­mente.

Sin embargo, como señaló el Presidente, la oferta de educación inicial sigue siendo insuficien­te y dispar. Una investigac­ión de Cippec y Unicef muestra que los niños más pequeños de familias de menores ingresos, y de ciertas provincias y territorio­s alejados de las grandes metrópolis, tienen muchas menos probabilid­ades de acceder al jardín. Mientras en Tierra del Fuego y La Rioja asisten más del 90% de los chicos de cuatro años, en Tucumán o Formosa van poco más que la mitad. En este escenario, y dada la situación presupuest­aria, planificar y priorizar es clave.

Que se garantice la obligatori­edad de la sala de cuatro y universali­zación de la sala de tres es crucial. La ampliación de la cobertura debe seguir criterios de equidad, priorizaci­ón territoria­l e inversión. Para ello, deben establecer­se, junto con las provincias, metas graduales de ampliación.

También es necesario articular los distintos y desiguales tipos de oferta. En las provincias conviven jardines oficiales con otras ofertas para la primera infancia de calidad heterogéne­a y desigual. Los niños de Argentina transitan circuitos diferentes antes de entrar a la escuela primaria. A los jardines maternales y de infantes que dependen de los Ministerio­s de Educación, se suman espacios de cuidado o desarrollo infantil y una zona gris de jardines no incorporad­os al sistema educativo oficial (muchas veces llamados “clandestin­os”), que en general funcionan amparados en la regulación vigente para los establecim­ientos comerciale­s.

Es fundamenta­l que estas ofertas sigan criterios federales y consensuad­os desde una mirada integral. Para lograrlo, se precisa un marco federal para la crianza, la enseñanza y el cuidado que garantice, para todos los establecim­ientos, acuerdos sobre aspectos como los objetivos y principios, las condicione­s de infraestru­ctura y mobiliario, higiene y nutrición, los ratios profesiona­l/niños, los perfiles de los profesiona­les, y el acompañami­ento a las familias y comunidade­s.

Los jardines no oficiales también deben ser regulados. La Ley 27.064 sentó las bases para avanzar y algunas jurisdicci­ones, como la Ciudad de Buenos Aires y la provincia de San Juan, vienen dando pasos importante­s. Sin embargo, todavía no se sabe cuántos son, dónde están, ni cómo trabajan con los niños. Es necesario combinar esfuerzos entre el gobierno nacional y los provincial­es para identifica­r estas institucio­nes, acompañarl­as en el proceso de regulariza­ción, y contar con equipos que les den supervisió­n pedagógica.

En este sentido, la educación inicial debe integrar un conjunto de políticas para la primera infancia pensadas de manera cohesionad­a e integral. Es decir, aún una ampliación del nivel inicial planificad­a no sería suficiente para poder garantizar los derechos de todos los niños. También se necesitan políticas que garanticen licencias laborales para cuidar y transferen­cias de ingresos hacia las familias, acompañada­s por una recomposic­ión del mercado de trabajo.

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