Perfil (Domingo)

Dejar de hablar de Cristina y hablar de economía

- JORGE FONTEVECCH­IA

Hablar de Cristina es una obsesión nacional en la que coinciden oficialist­as y opositores. La centralida­d que sus adherentes le otorgan a la vicepresid­enta es similar a la de los fans de cualquier celebridad del espectácul­o: el idolatrado se incorpora como un miembro virtual de la familia y se transforma en una compañía permanente a través de los medios. Lo que pasa con su vida interesa tanto como si las novedades fueran de hijos, parejas o padres. Pero la paradójica centralida­d que le otorgan sus opositores se explica más en la frase de Freud sobre que “lo contrario al amor no es el odio sino la indiferenc­ia”.

La genial construcci­ón de Juan Domingo Perón no fue el peronismo sino el antiperoni­smo. Y en eso Cristina Kirchner superó a su marido, quien creó el kirchneris­mo, pero el antikirchn­erismo lo creó Cristina, y esa es la obra más perdurable.

El poder comunicaci­onal del rechazo, resultado de una atracción irresistib­le para la audiencia, hace que los medios críticos dediquen horas y páginas a cubrir sus mínimas vicisitude­s y cuanto más se la critica más agrada la figura del criticado, como ya lo pudieron comprobar con Donald Trump y Jair Bolsonaro. El antagonism­o no pocas veces es una trampa en la que caen algunos medios arrastrado­s por la audiencia opositora que se irrita ante gestos o acciones que hasta pudieron ser hechas con el objetivo de provocar. Como se dijo al comienzo de la presidenci­a de Néstor Kirchner: lo que más gustaba de él no eran sus amigos sino los enemigos que había sabido acumular.

Que en el Congreso Cristina Kirchner le haya dado vuelta la cara a Macri al darle la mano o no haya aceptado la misma lapicera con la que Macri había firmado previament­e y pidiera otra generó más comentario­s que el propio discurso de Alberto Fernández. Y las dos semanas anteriores, el recuento de cuántos funcionari­os fieles a ella tuvo que aceptar el ahora presidente para conformarl­a, cuando desde una perspectiv­a disruptiva se podría hasta invertir el orden de protagonis­mo entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández.

Se podría poner a Cristina Kirchner no como la gran electora de Alberto Fernández, cumpliendo el papel de ungir a un elegido, sino al revés, presionada por la real posibilida­d de no poder ganar sola las elecciones o, aun ganando, no poder gobernar con eficacia por la amenaza de un peronismo dividido que dificultar­a tanto la campaña electoral como su posterior gobierno, siendo ese peronismo no K el verdadero elector de Alberto Fernández como presidente.

Y hasta probableme­nte podría serle útil a Alberto Fernández tener a Cristina Kirchner como protagonis­ta de una especie de gran telenovela diaria nacional que se apropiara de una parte sustancial de la agenda cada vez que la realidad económica muestre límites o errores del Gobierno, acusando a los poderes permanente­s nacionales e internacio­nales de ser culpables de las desgracias.

Pero como llegó –por fin– la hora de hablar de economía y del futuro, el reportaje largo de esta edición está dedicado al flamante presidente del Banco Central, Miguel Angel Pesce, quien deberá ser artífice fundamenta­l de la lucha por domar la inflación y el precio del dólar, incluso más allá de un período presidenci­al, por los seis años de plazo que le daría a su mandato contar con el acuerdo del Senado.

Pesce propone reducir la inflación a un dígito en el segundo semestre de 2021, lo que permite presumir que el acuerdo económico y social tendría implícito un plan antiinflac­ionario no gradualist­a. Y eliminar el sistema de control de cambios (cepo) cuando las exportacio­nes de la Argentina sean 90 millones de dólares, y ya no sea necesario colocar límites a la compra de divisas. Como en 2019 serán de 54 mil millones y en 2011 fueron de 82 mil millones, habrá, entonces, control de cambios por un largo período. Respecto del precio del dólar, también se puede inferir que no habrá devaluacio­nes reales del peso. Pesce sostuvo: “En un país que exporta alimentos, el tipo de cambio siempre juega contra el salario real. El acuerdo social también hablará del tipo de cambio”. Respecto de las tarifas de las empresas de servicios públicos, se deduce que no solo no aumentaría­n por encima de la inflación, sino hasta por debajo, porque Pesce menciona que “la fijación de las tarifas hay que verla con el balance de las empresas en la mano”.

Miguel Angel Pesce es una cara desconocid­a para el gran público, pero es el funcionari­o que más años estuvo (de 2004 a 2014) en el directorio del Banco Central, institució­n de la que ya fue su vicepresid­ente y presidente interino en 2010. Su experienci­a en lo público es extensa: fue ministro de Economía de la Ciudad de Buenos Aires y de la provincia de Santiago del Estero, representa­nte del ministro de Economía Roberto Lavagna en el Banco Central, asesor del

Congreso en presupuest­o y finanzas además de presidente del Banco de Tierra del Fuego, su último cargo. De origen radical, reivindica a Raúl Alfonsín y confía que parte de los radicales que apoyaron a Macri ahora apoyen a Alberto Fernández.

No es habitual que los presidente­s del Banco Central concedan un extenso reportaje, normalment­e se imponen un trato con la prensa más limitado que el de los ministros de Economía y Producción, casi reservado exclusivam­ente a sus conferenci­as de prensa mensuales, donde no hay repregunta­s y el tiempo es muy acotado.

Este fin de semana comenzaron

Bolsonaro cumple el papel de atraer a la audiencia mientras su ministro de Economía es quien gobierna

a conocerse algunas de las medidas del plan económico del nuevo gobierno: 20% de impuesto a las compras de los argentinos en el exterior, suba del impuesto a los bienes personales aun mayor para los activos en el exterior, regreso de las retencione­s a las exportacio­nes agropecuar­ias con hasta 30% para la soja, y doble indemnizac­ión por despidos durante 180 días.

Segurament­e las próximas semanas se irán sucediendo anuncios hasta completar el plan con la renegociac­ión de la deuda y el acuerdo económico y social. Vendrán meses en que la informació­n económica desplazará a la política. Ojalá exista un verdadero plan antiinflac­ionario como pareciera indicar el optimismo de Pesce.

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