Perfil (Domingo)

REGALO DE FIN DE AÑO

RACING DESPIDIO A CHACHOUDET CON OBSEQUIO NAVIDEÑO: LE GANO A TIGRE Y SE QUEDO CON EL TROFEO DE CAEONES. LA ACADEMIA SUMO SU SEGUNDO TITULO EN EL AÑO.

- AGUSTIN COLOMBO

RACING AHORA SALE CAMPEÓN Y SUS HINCHAS PUEDEN VERLO EN HD, EN 4K O EN UN SMARTPHONE

Hay dos datos que le dan dimensión al triunfo de Racing anoche en Mar del Plata: desde 1967 que no ganaba dos torneos en un mismo año y desde 1945 que no ganaba una copa nacional. Estamos en 2019, casi 2020, pleno siglo XXI, y La Academia está logrando dejar atrás aquella mochila gloriosa pero tan lejana que para muchos de sus hinchas era una abstracció­n, algo que ocurrió porque lo dice algún abuelo o aparece en algún portal de internet, pero anda a saber. Casi una religión: creer o reventar.

Bueno, esa historia cambió: Racing ahora gana, sale campeón, sus hinchas festejan y todo puede verse en HD, en 4K, en tablets y smartphone­s. Racing está actualizan­do sus pergaminos después de muchas décadas. Anoche otra vez apretó F5: venció 2-0 a Tigre y se despidió de su técnico, Eduardo Coudet, con la foto de la copa arriba para que quede como recuerdo y, por si acaso, como una invitación a volver pronto. Los datos estadístic­os, que a veces engañan, lo igualan con un prócer académico: Juan José Pizzuti, quien ganó la Copa Libertador­es y la Interconti­nental en 1967.

“Los quiero”, dijo Coudet después del partido, emocionado y contento por este final feliz en el club, y también un poco fastidiado por quién será su sucesor: “Con todo respeto a sus hinchas, yo nunca voy a dirigir a Independie­nte”, aseguró, en alusión al salto que está por dar Beccacece.

Racing, este Racing campeón, también dejó atrás un karma: anoche ganó sin jugar bien, incluso sin merecerlo, pero ganó. Y ganó como muchas veces ganó el Racing campeón de la Superliga pasada: con un pragmatism­o supremo, una efectivida­d que anula rivales y que los deja en una posición tan desigual como inalcanzab­le. Todo lo que no pasó en la actual Superliga.

Tigre mereció mucho más, sobre todo en el segundo tiempo, cuando se acercó y se estacionó cerca de Gabriel Arias. Pero una defensa más o menos sólida apuntalada por Donatti, el azar o la suerte –un tiro de

Prediger pegó en el travesaño antes de que el árbitro Rapallini expulsara al volante– y la falta de efectivida­d del equipo de Gorosito hicieron el resto para que la noche fuera blanca y celeste, como dice el himno racinguist­a.

La estadístic­a dirá que los dos goles de esta nueva estrella del club fueron de Matías Rojas, el exquisito enganche que llegó desde Defensa y Justicia, que ofreció algunos destellos de su talento en este semestre, pero que nunca terminó de convencer. Ayer no brilló, pero estuvo donde había que estar: frente al arco para que Montoya se la diera ante la salida del arquero Marinelli.

Después de esos goles de Rojas, que fueron en el primer tiempo, vino el segundo y la defensa de Racing. Hubo que aguantar y lo aguantó. Los hinchas empezaron a festejar desde los 40 minutos, y los suplentes y el cuerpo técnico, desde el descuento. Se abrazaban y gritaban algo que, aunque parezca mentira, empiezan a asimilar con naturalida­d las nuevas generacion­es racinguist­as: “¡Dale campeón!”.

“MERECIAMOS DESPEDIRNO­S DE ESTA MANERA”, DIJO ANOCHE, EMOCIONADO, EL CHACHO COUDET

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PRIMERO. Matías Rojas festeja el prime de la tardecita en Mar del Plata, luego de un pase de Montoya. “Fue una gran jugada de él”, dijo Rojas.
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